La Liga de Campeones
El duelo de estilos frustró al Barça
El campeón entregó la corona ante el compacto planteo defensivo de Inter, que pese a perder 1 a 0 hizo valer el 3 a 1 de la ida y disputará la final ante Bayern Munich, el 22 de mayo. Messi, al igual que el resto de su equipo, no encontró los espacios ni pudo burlar la férrea resistencia del conjunto de Mourinho. Piqué abrió el marcador a diez minutos del final de un partido tenso, que alimenta el debate sobre dos maneras opuestas de sentir el juego. Para alimentar el debate de estilos futbolísticos, pocos partidos como esta serie que enfrentó a Inter y Barcelona, dos equipos que sólo son comparables porque tienen 11 jugadores.
Por lo demás, un océano de diferencias los separa, cada uno con su legión de admiradores y detractores. Porque si hay algo que no despiertan es indiferencia. En cualquier circunstancia, son dos grandes equipos.
Competitivos a más no poder y muy consustanciados con la idea de juego que defienden. En el triunfo y la derrota, ninguno se traicionó.
En 18 meses, hasta la conquista del Mundial de Clubes ante Estudiantes, Barcelona hizo algo tan o más importante que obtener consecutivamente seis títulos: sentó las bases para marcar una época.
Un equipo con presente y futuro, portador de una identidad muy definida. Barcelona hizo una bandera de su juego ambicioso, repleto de pases y combinaciones, de individualidades determinantes que comparten un plan y un sentido colectivo.
Y con el técnico Pep Guardiola como garante y nexo de una filosofía que se empieza a aprender en la cantera, en esa fábrica de jugadores que es La Masía, y se interpreta sin renunciamientos en el gran escaparate de la primera división.
Insuperable en su forma de entender el fútbol, Barcelona fue eliminado en las semifinales de la Liga de Campeones por un rival que en la cancha representó el modelo opuesto. El cálculo y el conservadurismo de Inter esterilizaron a un Barcelona que normalmente ataca por convicción y ayer debía hacerlo como nunca por obligación para levantar el 1-3 de la semana anterior en el Giuseppe Meazza.
El partido, que llegaba precedido por una carga emocional muy fuerte, consagró la indesmayable resistencia de Inter, cuya táctica ultradefensiva se acentuó desde los 27 minutos del primer tiempo, cuando el volante Thiago Motta fue expulsado en una decisión exagerada del árbitro.
A partir de entonces, fue habitual ver a Diego Milito y Samuel o Eto'o como falsos laterales, apenas por delante de Maicon y de Chivu (luego Zanetti).
El dominio de Barcelona (75 por ciento de posesión de la pelota) fue sin profundidad. De ese déficit también fue responsable Lionel Messi, cuyo rendimiento general en la serie ante el campeón italiano no pasó de lo discreto.
No influyó ni fue decisivo en Milán ni en el Camp Nou. Un contraste muy marcado con lo que venía produciendo. Messi había convertido los cuatro goles ante Arsenal, en una actuación memorable. Entre la Liga de Campeones y la Liga de España, en un período de dos semanas, destrozó defensas con 10 goles en cuatro partidos. Impresionante.
Es cierto que mantener ese nivel era casi inhumano, pero esta versión de Messi, desde que le convirtió un gol a Real Madrid, es demasiado terrenal. Parece uno más y ese papel no es para él. No define sus capacidades.
Los oportunistas estarán esperando a Messi para acusarlo de ausentismo en una parada brava. Como en el fútbol la memoria es muy frágil y la tentación de ser injustos es grande, conviene recordar que Messi hizo goles en las finales de la Liga Campeones de 2009 (a Manchester United) y del Mundial de Clubes (a Estudiantes).
Ubicado de enganche, función que cumple desde hace un tiempo, Messi no encontró línea de pase ni prosperó con la maniobra individual. Inter le hizo una marcación escalonada. Podía gambetear a uno, pero el segundo lo desacomodaba y el tercero le quitaba la pelota. Su mayor contribución fue un zurdazo combado que Julio César desvió en una gran atajada al córner y un centro asistencia que Bojan, increíblemente, cabeceó desviado.
Más allá de las inocultables dificultades que tuvo para ser profundo, Barcelona estuvo cerca de repetir la épica clasificación a la final del año anterior frente a Chelsea.
Piqué, que cuando las papas queman se transforma en centrodelantero, había quebrado el muro italiano con un notable enganche dentro del área. A Barcelona le quedaba algo más de 10 minutos para el triunfo heroico. Lo tuvo Bojan, pero el árbitro invalidó la acción por una discutible mano de Toure.
El partido terminó con la misma carga eléctrica que había empezado en Milán. De local, Inter había sido consistente atrás y letal en los contraataques. En el desquite, se olvidó de Valdés y armó algo parecido a la muralla china contra la que Barcelona chocó hasta desgastarse futbolísticamente y moralmente. Mentalmente, Inter también fue una roca.
La batalla de estilos fue para el equipo más pragmático. Inter, como casi ningún otro equipo, supo negar las virtudes de Barcelona, que son muchísimas. Como cuando Sevilla lo eliminó en la Copa del Rey, Barcelona se despidió con un triunfo insuficiente. Aun en la derrota, siguió siendo un grande que se siente destinado a marcar una época.
5 son los partidos consecutivos (tres de la Liga de España y dos de la Liga de Campeones) de Messi sin goles. No registraba una marca tan negativa desde octubre de 2009, cuando acumuló 498 minutos sin convertir. Ahora suma 470. Además, en siete partidos nunca le marcó a un equipo dirigido por Mourinho.
DIXIT "Es la derrota más bonita de mi vida. Es muy difícil defender cuando enfrente tienes al mejor equipo del mundo en circulación de la pelota, pero lo hicimos con organización. El trabajo en bloque nos llevó a la final"
"Es muy difícil saber perder cuando estás acostumbrado a ganar [en referencia a Barcelona]. Tenía derecho a festejar el triunfo con los hinchas de Inter que había en el estadio"
José MOURINHO (Inter)
"Cuando uno hace 87 puntos y llega a semifinales de la Champions no puede ser víctima de su éxito. Este club sabe muy bien perder, porque ha perdido mucho más de lo que ha ganado. Lo ha demostrado siempre"
"No se si avanzó el mejor equipo, pero Inter tiene bien ganado el derecho de festejar y le deseo suerte en la final. Nunca me sentiré decepcionado de mis jugadores, que desplegaron un gran fútbol en los últimos dos años"
Pep GUARDIOLA (DT Barcelona)
ARGENTINOS DE UN LADO Y DEL OTRO Por cuarta vez en la historia, la final tendrá argentinos en los dos equipos. En 1958: Real Madrid 3 (Di Stéfano y Rial) vs. Milan 2 (Grillo y Cucchiaroni). 2000: R. Madrid 3 (Redondo) vs. Valencia 0 (Pellegrino, Kily González, Piojo López; DT, Cúper). 2002: R. Madrid 2 (Solari) vs. Bayer Lev. 1 (Placente).
HABRA OTRO DT BICAMPEON Mourinho o Van Gaal se transformará en el tercer técnico en ser campeón de Europa con dos equipos diferentes. El portugués lo fue en Porto; el holandés, en Ajax. Los dos entrenadores que los precedieron son Hitzfeld (Bayern Munich y Borussia Dortumnd) y Happel (Feyenoord y Hamburgo).
NI EL AGUA FRENO LA ALEGRIA El dolor de Barcelona por haber quedado a un paso de la final se advirtió en el desenlace del juego, ya que para opacar la celebración de Inter abrieron los grifos de riego del campo de juego. Algo similar sucedió en la Argentina, en el año 69, cuando Boca se consagró campeón en la cancha de River y el Monumental quedó pasado por agua...
FESTEJOS EN MILAN Y MADRID El pasaporte de Inter a la final de la Liga de Campeones fue tan importante como la eliminación de Barcelona. No sólo los fanáticos de la entidad italiana se reunieron frente a la Plaza del Duomo para celebrar la clasificación, sino que los aficionados de Real Madrid también festejaron en la fuente de las Cibeles la caída de su eterno rival.
Por Claudio Mauri De la Redacción de LA NACION
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