Emblema del lujo francés
En Europa: Está en venta un palacio argentino
Un coloso de piedra parís, techos de doble altura, amplias terrazas y mansarda de pizarras negras. Lo comercializa Sotheby´s de Londres en US$ 10 millones; el Financial Times lo calificó de "deslumbrante". Podría ser un petit Versalles, pero no está en Francia. Se yergue imponente sobre tres hectáreas, en Hudson, partido de Berazategui, dentro de un predio de las 312 hectáreas que developers en los años 90 transformaron en el primer country del sur bonaerense: el club de campo Abril.
Su linaje patricio ennoblece su historia, con el valor agregado de que Indira Ghandi, Walt Disney y Clark Gable exploraron sus jardines centenarios.
Sin embargo, hace tiempo que dejó de ser un activo estratégico y, por eso, sus dueños, la desarrolladora IRSA, se desprenden de la mansión más costosa del conurbano bonaerense y una de las más bellas del país: la Casona Abril, el ex casco de estancia que durante años perteneció a los Pereyra Iraola, está en venta por 10 millones de dólares.
Obviamente, sin cartel. La casa Sotheby?s Realty, especializada en real estate premium, la comercializa en el mercado mundial de magnates e inversores a través de selectos catálogos volcados a la Web.
Se la ofrece en reserva, con precio a consultar, bajo el marketinero rótulo de Historic Mansion in Argentina (mansión histórica en la Argentina). Estudiados atributos que exaltan el exotismo latitudinal del país y la prosapia de una residencia llamada, por su memoria, a encumbrarse como objeto de deseo.
En boca internacional
El primero en descubrirla fue el londinense Financial Times. No dudó en presentarla como uno de los palacios en venta de estilo francés más deslumbrantes del globo.
En Buenos Aires, la comercialización de esa mansión aristocrática, ex sede de la tradicional muestra de diseño y paisajismo Casa FOA, en 1996, y anzuelo comprador para el desarrollo inmobiliario que sobrevendría después con el loteo de la ex estancia Abril, se manejó en estricto hermetismo. Un silencio fraguado sólo en 2008, cuando la residencia de estilo francés saltó al mercado.
Concluido el loteo y venta de los mil lotes en Berazategui del club de campo Abril, que la desarrolladora IRSA dejó de gerenciar en 2008 tras resolver un agrio conflicto comercial con los residentes del country, la casa perdió su valor productivo.
Aunque se la alquilara por cifras siderales para exclusivos eventos sociales y hasta para locaciones de la industria del cine y la gráfica, ese rédito desentonaba con el hard core business de IRSA, abocada al desarrollo de oficinas AAA, shoppings y complejos residenciales a gran escala.
Su precio de venta en US$ 10 millones fue confirmado a La Nacion por tres fuentes fidedignas que, a su vez, corrigieron el publicado por el Financial Times, que indicaba US$ 12 millones.
Abril se encaramó como la casa en venta más cara de la provincia de Buenos Aires, luego de que el empresario Jorge Areco (ex accionista del Banco Francés) retirara del mercado en marzo a La Felicitas Polo Club, moderna mansión en Pilar, de 2700 m2, rodeada de 75 hectáreas de jardines, seis canchas de polo, boxes y picadero cubierto.
El influjo de Abril atrajo ya a tres estadounidenses y a un argentino interesados en su adquisición. Pero la mansión de 4300 m2 repartidos en cuatro niveles, emblema del academicismo francés, con fachada en piedra parís, techos de doble altura, amplias terrazas y mansarda de pizarra negra, no tuvo todavía ofertas.
Aunque muchos le imaginan un destino no residencial como hotel boutique de lujo o un negocio de spa destination, la disposición de su arquitectura se ciñe a la de una casa aristocrática. Su interior es palaciego: foyer circular, escaleras de mármol y hierro forjado, coronadas por vitrales, salón de baile con chimenea, fumoir revestido en boiserie y gran recepción abierta hacia las galerías desde donde se vislumbra el estanque flanqueado por dos grandes cisnes de mármol blanco.
El primer piso alberga nueve habitaciones y cinco baños. En la mansarda se suceden otras nueve dependencias para el personal doméstico (un empleado por cada residente), además de las salas de lavado y planchado.
Pero es el sótano el que mejor traduce las costumbres de la nobleza: alejada de la cocina industrial de leña se levanta la capilla, y a unos metros nomás, el calabozo de la estancia.
Salvo algunos chandeliers, ornamentos y esculturas de mármol que todavía permanecen, el mobiliario original de las épocas de los Luises se dispersó cuando la casa Roldán subastó sus tesoros.
Fue en 1996, en forma simultánea con el acuerdo de venta rubricado entre Sara de Anchorena de Elizalde y el titular de IRSA, Eduardo Elsztain, cuando todavía no había desembarcado George Soros y la firma pertenecía a la compañía Perez Companc.
La forestación de Abril (por entonces, llamada estancia San Juan), con especies traídas de Europa, merece un renglón aparte: fue trazada por el paisajista alemán Hermann Botrich y plantada con la dirección de don Leonardo Pereyra Iraola, quien la bautizó Abril por el mes de nacimiento de su hija Laura.
Una casona para Laura Tras la muerte de Pereyra Iraola, en 1899, la estancia San Juan se dividió entre sus seis hijos, y Laura recibió las 312 hectáreas del predio bautizado Abril.
Austera y sobria, cuenta la historia que el diseño del arquitecto José Mille, quien concluyó el proyecto en 1932, no respetó la voluntad de su dueña y llenó de suntuosidad una casa que Laura había imaginado mucho más espartana.
Por ello, nunca la usó y se la legó a su ahijado Jorge Pereyra Iraola, quien, junto a su familia y herederos, la disfrutó hasta su venta.
Desocupada, jactanciosa de su historia y en venta, ahora Abril espera un nuevo porvenir.
Por Loreley Gaffoglio LaNación -
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