Buques chilenos y argentinos van en su auxilio
Odisea para los 160 pasajeros de un crucero en los mares antárticos
Un crucero turístico estuvo varias horas a la deriva a 845 kilómetros al sur de Ushuaia, con problemas de propulsión y en medio de adversas condiciones meteorológicas, enfrentando olas de ocho metros de altura y vientos de 90 km/h. El Clelia II estuvo varias horas a la deriva en medio de durísimas condiciones climáticas
Un crucero turístico estuvo varias horas a la deriva a 845 kilómetros al sur de Ushuaia, con problemas de propulsión y en medio de adversas condiciones meteorológicas, enfrentando olas de ocho metros de altura y vientos de 90 km/h.
La Armada recibió de ese buque la comunicación de que había solucionado provisoriamente el inconveniente en su sistema de motores y se dirigía a baja velocidad rumbo a Tierra del Fuego. El Clelia II, de bandera de Malta, transporta 160 pasajeros, que están sanos y salvos, según los primeros reportes.
El navío militar chileno Lautaro se dirige, de todos maneras, a prestarle auxilio, pero está a varias horas de navegación del averiado crucero.
Aquel buque forma parte de la Patrulla Antártica Naval Combinada y estaba en turno de patrullaje. También se alistó al aviso Suboficial Castillo, de la Armada Argentina, para el caso de que se requiera mayor asistencia, aunque la última notificación del Clelia II vislumbra que podrá llegar por sus propios medios a Ushuaia. Se estima que podría arribar mañana.
En las cercanías del Clelia II se encuentra otro crucero de turismo, el NG Explorer, que fue el buque que dio el alerta al Centro Coordinador de Búsqueda y Rescate, con base en Ushuaia. Es que a las fallas en los motores, se sumó la rotura de los equipos de transmisión de larga distancia.
Durante varias horas, el Clelia II sólo mantuvo comunicación directa con el NG Explorer. Desde ese navío, logró traspasarse un teléfono satelital, con el cual el comandante del Clelia II pudo dar un reporte más completo de la situación a bordo.
Anoche, el Clelia II navegaba a una velocidad mínima de cuatro nudos, en medio de un fuerte oleaje.
Antes de conocerse que la tripulación había logrado controlar la falla en su sistema de propulsión, se había solicitado a los buques que se encontraban en las inmediaciones que dieran apoyo al crucero declarado en emergencia.
La primera información que obtuvo la Armada fue que el Clelia II se había quedado sin funcionamiento en uno de sus dos motores. La gravedad del caso aumentó al disminuir la potencia del segundo motor, por lo que el crucero quedó durante horas con serias limitaciones de maniobrabilidad.
Había zarpado de Ushuaia el 1° del actual, en un viaje de placer que tiene un costo para los pasajeros superior a los ocho mil dólares. El prefecto Daniel Vera, a cargo de la base de Ushuaia, confirmó a La Nacion que la mayoría de los pasajeros son norteamericanos y que no hay argentinos a bordo.
El Clelia II se encontraba en el trayecto de regreso hacia Ushuaia, después de una travesía que lo llevó a recorrer la costa de la Antártida. En el pasaje de Drake, a una distancia aproximada de 460 kilometros al noroeste de las islas Shetland del Sur, el crucero dio el primer aviso de los problemas en sus motores.
La imposibilidad de comunicarse directamente con el Centro Coordinador de Búsqueda y Rescate estaba relacionada con las fallas de sus sistemas principales de transmisión.
Esa circunstancia habría ocurrido a causa del oleaje superior a los ocho metros que golpeaba al buque. Incluso, los marineros habrían notificado el ingreso de agua al puente de comando. En pleno percance, la intensidad del viento alcanzaba los 90 kilometros/hora, situación que sumada al oleaje y a la escasa propulsión provocaba un fuerte movimiento.
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