En Arabia había restos de hace 127.000 años
Hallan indicios de que el hombre salió de Africa antes de lo que se creía
Un conjunto de herramientas de piedra descubierto en la costa este de la península arábiga ha reabierto el debate sobre cuándo y cómo los humanos modernos salieron de su ancestral hogar en Africa occidental. NUEVA YORK.- La visión actual, basada tanto en evidencias arqueológicas como genéticas, sostiene que los modernos humanos, si bien emergieron en Africa hace unos 200.000 años, permanecieron confinados por los desiertos y por otras especies humanas como los neandertales, y no escaparon hacia el resto del mundo hasta hace unos 50.000 años.
Un equipo de arqueólogos liderado por Hans-Perter Uerpmann, de la Universidad de Tubinga, en Alemania, acaba de reportar el descubrimiento de herramientas de piedra de 127.000 años de antigüedad en un sitio llamado Jebel Faya, que se encuentra en los actuales Emiratos Arabes Unidos, justo al sur de la entrada del Golfo Pérsico.
Si estas herramientas fueron creadas por modernos seres humanos, como afirman los investigadores, entonces los modernos humanos salieron de Africa mucho antes de lo que se creía.
El hallazgo, publicado ayer en la revista Science , señala la importancia de Arabia para comprender la historia de la humanidad. "Este es un gran avance, pero desafortunadamente suscita más preguntas que respuestas", comentó Jeffrey Rose, un arqueólogo de la Universidad de Birmingham, Inglaterra.
La pregunta central es cuándo los humanos llegaron a Jebel Faya, si éstos eran de hecho modernos humanos, que viajaron aún más allá hasta diseminarse por el resto del mundo, o si perecieron allí y no llegaron más lejos.
La información genética más abarcativa disponible, basada en el llamado ADN mitocondrial, indica que todos los humanos modernos fuera de Africa son descendientes de una única y pequeña población que abandonó ese continente hace menos de 60.000 años.
Uerpmann dijo que esa información genética no es confiable, y que en todo caso el ADN mitocondrial es sólo una pequeña fracción de todo el genoma humano.
Otra pregunta que generan los recientes hallazgos es si fueron necesarios ciertos avances sociales o culturales para que el hombre moderno saliera de Africa.
En la visión de Uerpmann, las herramientas de Jebel Faya son tan similares a las halladas en Africa que muestran que no se requirió ningún avance cultural para la salida, sólo una mejora del clima que por período corto convirtió el desierto de arabia en una tierra verde que los cazadores-recolectores podrían atravesar.
La idea se contrapone con una propuesta de Richard Klein, un paleoantropólogo de la Universidad de Stanford, de que la aparición de alguna ventaja social o de comportamiento -como un perfeccionamiento de las facultades necesarias para el lenguaje- fue necesaria para que los modernos humanos superaran al resto que los rodeaban.
Algún tipo de barrera debió haber sido vencida, si no los modernos humanos habrían salido de Africa hace 200.000 años.
Para Klein, la idea de Uerpmann de una temprana salida de Africa es "provocativa, pero en ausencia de restos humanos, no es convincente". Las herramientas de piedra de esa época son todas muy parecidas, y es difícil decir si los modernos humanos o los neandertales las fabricaron.
En los sitios de Skhul y Qafzeh, en Israel, los primitivos humanos modernos estuvieron hace unos 100.000 años y los neandertales hace 60.000 años, pero los arqueólogos no pueden distinguir las herramientas de unos y de otros, dijo Klein.
Un clima más cálido y más húmedo permitió entonces a los modernos humanos llegar hasta Israel, pero no más lejos, y los nuevo hallazgos de Jebel Faya podrían representar otra excursión limitada.
Christopher Stringer, un paleoantropólogo del Museo de Historia Natural de Londres, dijo que Arabia ha sido un agujero negro en términos de las migraciones de los primeros humanos, y este descubrimiento es un impresionante comienzo. Es difícil distinguir quién creó estas herramientas, pero "parecen" haber sido hechas por personas que vinieron de Africa, dijo Stringer.
Nicholas Wade The New York Times
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