Otra copa para los xeneizes
Boca, Falcioni y lo que vendrá
"El partido ante River puede ser anecdótico o no. En todo caso, no modifica sustancialmente la idea. Si el estilo Falcioni produjo alegrías inmediatas a diferencia del oscilante estilo Borghi, es factible que en parte obedezca a un sistema más tradicional, en el que los espacios se achican hacia atrás y en el medio, con mucha presión en cada sector". De paso por Mar del Plata, hace dos semanas, para cumplir con uno de los compromisos con el Showbol, le preguntaron a Diego Maradona cómo veía al flamante entrenador de Boca. "¿Falcioni? Y... es Falcioni", respondió, con gesto despectivo, lejos de pronunciar algún mensaje optimista, como suele suceder cuando un nombre "no le cierra".
Y acaso consciente, también, de que el ex arquero, con su designación, se interpuso en el sueño propio de sentarse en el banco xeneize. Una idea que cobró fuerza cuando trascendió que un par de dirigentes de peso pensaron en él, incluso cuando el Bichi Borghi todavía estaba en funciones.
Pero el elegido resultó el DT que sacó campeón a Banfield, para un 2011 especial, de contexto electoral en Boca. Y el comienzo de año, tras dos temporadas con penurias, desilusiones y cabaret, le devolvió al alma al cuerpo a Amor Ameal, que tenía motivos para no confiar ciegamente en sus apuestas.
Le sucedió con la permanencia del dúo díscolo de ídolos (Palermo-Riquelme), más contrataciones para entusiasmar a cualquiera en este mercado, como las de Borghi, Caruzzo, Insaurralde, Cellay y Lucchetti, que no cumplieron con las expectativas.
El partido de anoche puede ser anecdótico o no. En todo caso, no modifica sustancialmente la idea. Si el estilo Falcioni produjo alegrías inmediatas a diferencia del oscilante estilo Borghi, es factible que en parte obedezca a un sistema más tradicional, en el que los espacios se achican hacia atrás y en el medio, con mucha presión en cada sector.
Hay quienes sostienen que ven ciertas semejanzas entre este equipo y los bocetos de aquel Boca de Carlos Bianchi. No es poca cosa.
No pueden quejarse los entrenadores que llegan a Boca, al menos aquellos que no surgieron como recurso de emergencia (Pompei y Alves): plata para reforzar el plantel nunca faltó. Falcioni no fue la excepción. De lo que quería logró casi todo, con una tarea de seducción que se inició desde algunos programas radiales en diciembre pasado.
Somoza, Rivero y Erviti son nombres más que significativos en un mercado achatado. Sin olvidar que todavía falta Riquelme, a quien el físico viene traicionando.
Sabemos que los resultados gobiernan el mundo profesional. Y que si hay éxitos, nadie cuestionará ni los sistemas ni los estilos. Sobre todo cuando existe avidez de victorias y ya nada se mira de soslayo, como ocurría en tiempos no muy lejanos en la Ribera con los torneos locales y estivales.
"Falcioni es Falcioni", dice Diego con su particular rigurosidad. Pero si a ese Falcioni le va bien en la competencia oficial -algo que muchos dan por sentado-, que a nadie le extrañe ver al mismísimo Maradona, medio cuerpo fuera del palco en la Bombonera y sostenido por algún allegado, festejando desenfrenadamente. Es lógica pura.
ccervino@lanacion.com.ar
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