El ATP World Tours Finals
En un mundo de estrellas Juan Martín también brilla
El argentino Del Potro entre las grandes figuras del tenis mundial en este último torneo del año 2.009. "Puede ser que me haya cambiado la vida", dice Juan Martín del Potro, con un lugar entre las grandes figuras después de su conquista en el US Open.
LONDRES.– Debe de ser él. Se nota por su pelo, que sobresale de su espigado envase que parece mayor al 1,98 metro.
Parece ser el personaje. Se lo nota por su peculiar voz, imperturbable en esta extraña aventura de ser cubierto por brazos, por manos, por apretujones que provocan preguntas, interrogantes, cuestionarios varios. Debe de ser Juan Martín del Potro, 21 años, 5° del mundo, la mejor raqueta de nuestro medio, ganador del último Abierto de los Estados Unidos, el que trata de no asombrarse en este nuevo mundo de ser una estrella.
Traje negro, camisa blanca, corbata verde, hasta la vestimenta transformó la vida de este pibe de Tandil, suerte de chico de tapa.
Sí, es él: cuando el acoso desaparece, se acomoda, se relaja en la charla con La Nacion. Estira sus piernas y lanza frases como éstas: "Puede ser que me haya cambiado la vida ganar en Estados Unidos. Cambian muchas cosas: pasás de ser un jugador más a ser un tenista que ya ganó un Grand Slam. Eso lo siento, lo noto donde voy.
Pero en el día tras día, mi entorno, mi grupo de trabajo me contienen. Me hacen poner los pies sobre la tierra", cuenta, después del show. Después de las fotos con sus adversarios en su segunda Masters Cup. O, simplemente, el Masters. O el Barclays ATP World Tour Finals, desde mañana, en la ciudad del Big Ben, en la urbe cosmopolita, en la tierra del O2 Arena, un escenario tan fascinante como a medio construir.
"Yo sigo siendo el mismo, pero siento que me miran de otra manera. Me hacen sentir más importante. Pero mis afectos son los mismos; mis horas libres, también. Tuve un año muy bueno, está buenísimo cuando me presentan en los partidos como el campeón del Abierto de los Estados Unidos.
Aprendí muchas cosas, en todo sentido", lanza el joven que se aferra, como siempre, a Franco Davin, su entrenador, que lo sigue con la irresistible autoridad de un arquitecto de campeones; como mamá Patricia, la profesora de literatura; como papá Daniel, el veterinario de campo; como Julieta, su hermana, debilidad fraternal.
Dinero, popularidad, nuevos amigos, bellas mujeres. Como si, de pronto, aquella agua mineral se convirtiera en champagne. De un sorbo y para siempre. "Hay muchas tentaciones, ya me di cuenta. Pero el entorno me ayuda a no caer, a no volverme loco. Sigo igual. Sigo con mis amigos, con mi familia. Me levanto todos los días bien temprano…
Hay tentaciones, pero soy un pibe tranquilo", cuenta. Y hay que creerle: el acoso mediático aquel no lo incomoda. Se siente más a gusto en la intimidad, eso sí, cuando puede mirar a los ojos y abrir su coraza un poco más.
"Llegar a ser el N° 1 es un sueño. Pero el camino es muy largo, no puedo pensar que tiene que ser sí o sí el año que viene. O el otro. Tengo que vivir más cosas como en Estados Unidos y cuando me toque, pensar: «Bueno, OK, ahora sí es mi momento».
Sueño con llegar a la cima, pero no me vuelve loco. Cada cosa en su lugar", dice, como si eso fuera fácil. Un ejército de fotógrafos y admiradoras lo aguarda del otro lado del mostrador. Poner cada cosa en su lugar, aun hoy, cuando por segundo año seguido es parte del torneo de los ocho maestros, no parece tarea fácil.
–¿Cómo hacés para mantenerte alejado de todo el ruido?
–Estoy bien de la cabeza, lo de Estados Unidos ya pasó. Bueno, creo… Me da mucha energía positiva jugar con todos estos siete monstruos, compartir todo esto. Me hace bien a la cabeza, al físico y al tenis.
–Pero no todos los días se logra algo tan importante.
–Ganar el US Open fue único. Y me sorprendieron algunas cosas, como aquel recibimiento en la Argentina: todavía no lo puedo creer.
"Una distensión en los abdominales." La frase es suya. Y grafica esa última lesión que lo marginó de París. Sin embargo, mucho antes de su trabajo intensivo en Milán, en los últimos días, entre molestias físicas y desgaste mental, parecía otro. No era él: "Es que me costó sacarme el US Open de la cabeza. Descansar, entrenarme bien, fue como que se me vino el mundo de golpe. Volver a la vida normal, a la que tenía antes. Fue una buena experiencia para el futuro". Los fantasmas no vuelven, por cierto. Pero Juanchi, pero Palito, esos apodos que se resiste en desterrar, no pasa de página con la velocidad de la luz. No olvida los viejos malos tiempos. "En los momentos difíciles, claro que pensé en retirarme. Dudé mucho en su momento, pero el tenis da revancha. Soñé tanto con ganar el US Open que, tal vez, esos meses de sufrimiento me dieron fuerzas para llegar a lo que llegué hoy", dice, casi al pasar.
–Ya sos una figura mundial. Te ven como a una estrella del tenis.
–Acá hay muchas estrellas y algunas superestrellas, que son Federer y Nadal. Me gusta copiar cosas de ellos. Djokovic y Murray están ahí también.
–¿Y vos?
–Yo estoy en camino. Pero estoy un poco más atrás. Bueno, bastante…
Tal vez la distancia se acorte. Cuando se levanta, cuando se aliviana la corbata, cuando se arremanga la camisa, debe pensar eso. Con los zapatos sobre el asfalto…
Listo para el debut contra el local Andy Murray Juan Martín del Potro debutará mañana contra Andy Murray, el crédito local. El único jugador que no es europeo –luego de la partida de Andy Roodick– se ríe de los pronósticos.
En su grupo estarán, además, Roger Federer y Fernando Verdasco. "Dicen que el Grupo A es el de la muerte, pero todos los partidos van a ser complicados. Si acá están los ocho mejores...", aclara Delpo, que además acordó jugar el torneo de Queen’s, sobre césped, por tres años.
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