Entrevista exclusiva
Jodie Foster: Una mujer con secretos
Instalada en París, la actriz y directora, cuenta detalles de su tercera película "La doble vida de Walter", de la que es protagonista junto con Mel Gibson. PARIS.- A Jodie Foster no le gusta que le pregunten sobre su vida privada. Los encargados de prensa fueron muy claros sobre ello : «nada de preguntas personales o en referencia al gossip ». Jodie Foster sabe que, si abre esa puerta, deberá dar explicaciones sobre su intimidad.
Entre otras, la identidad, nunca revelada, del padre de sus dos hijos, su orientación sexual (objeto de especulación), y más detalles sobre el hombre que la acosó mientras estudiaba en la Universidad de Yale y que intentó asesinar al entonces presidente Ronald Reagan para -según declararía luego- impresionarla.
Pero Jodie Foster creció a la par del cine (45 de sus 48 años los pasó en los medios). Y con el tiempo descubrió la alternativa para contar, de forma más sutil esos aspectos personales que el público quiere saber: ubicarse detrás de las cámaras. La dirección le permite "usar las emociones", como ella misma confesará durante la entrevista. Las que ella quiere, claro: "Dirigir es una expresión tan completa y tan entera de uno mismo que no lo puedo hacer muy seguido".
Jodie Foster apoya su celular sobre la mesa. "Mejor debería apagarlo", dice, con esa voz inconfundible. Y con esa seguridad que adquieren aquellos que han tomado muchas decisiones en su vida. Se la ve sólida y concentrada, y ella misma se dice ansiosa y reflexiva.
El encuentro es en una habitación del Royal Monceau, el lujoso hotel de 1928 que reabrió sus puertas hace pocos meses después de una larga remodelación a cargo de Philippe Starck.
La dos veces ganadora del Oscar (como mejor actriz por Acusados , en 1989, y por El silencio de los inocentes , dos años después) está en París filmando Un dios salvaje , la próxima película de Roman Polanski. París le encanta.
La doble vida de Walter , tercera película dirigida por Foster -y en la que además actúa-, es una comedia dramática sobre un hombre depresivo (Mel Gibson) que encuentra por medio de una marioneta (un castor) la manera de volver a comunicarse con su familia y con su entorno.
-¿Cuál es el mensaje de esta película?
-El despertar espiritual. Esa crisis que uno debe enfrentar y que, cuando la supera, está capacitado para evolucionar hacia el siguiente nivel. Y la película es sobre eso: el miedo a estar bien y cómo eso se supera. No es sólo Walter, que está claramente deprimido. Toda la familia está capturada por la soledad, y la manera de salir es conectar y saber que otras personas pueden estar pasando por lo mismo.
-Y ese despertar espiritual del que habla, ¿lo vivió alguna vez?
-Una y otra vez. Toda mi vida tuve numerosas crisis espirituales, de esas que te mueven y te van convirtiendo más en quien sos.
-¿Cuál es su manera de superar esas crisis? ¿La lectura?¿Los amigos?
-Sí, soy una persona artística. A veces tengo que hacer una película sobre ello para generar un cambio. Es frustrante, porque mi primera reacción es hacer pasar mis emociones por la cabeza. Pero creo que dirigir películas es una increíble y extrañamente solitaria tarea que hago para reconectarme con las personas. Es como una terapia.
-Dice que transitó por muchas crisis. Y, sin embargo, siempre parece tan equilibrada y enfocada...
-Creo que es un fenómeno entre los artistas. Para ser excelente como actor o escritor, debemos rumiar: elegir un tópico y pensarlo una y otra vez. Es una dinámica psicológica muy cercana a la depresión. Es de hecho la actitud de un obsesivo-depresivo. Pero es un proceso muy saludable, porque nos permite superar ciertas circunstancias difíciles y llegar a entenderlas. Creo que estoy bendecida por eso.
-El personaje de Gibson logra combatir la depresión gracias a una marioneta?¿Tuvo alguna vez un amigo imaginario?
-No, nunca. Creo que fui una niña muy solitaria. No por lo que hice en la vida sino por como soy yo. Pasé mucho tiempo hablando conmigo misma, luchando con la sensación de que nadie me entendía y que nadie entendía lo que hacía. Algo de eso fue positivo, porque fue bueno para mi trabajo: era gracias a mí que todo sucedía y nadie podía quitarme esa experiencia. Incluso mi mamá que siempre quería estar involucrada en todo lo que hacía. Pero fue también muy solitario. Creo que ése es el costado personal de esta película: cuando el castor le habla a Walter por primera vez, Walter le responde: "Déjame solo", y el castor le dice: "Eso no es lo que querés, no querés estar solo.
De hecho querés lo opuesto a eso". Todo el mundo necesita un amigo, y creo que el castor le ofrece la oportunidad de tener una completa intimidad con alguien y ser incondicionalmente amado. Alguien que le dice: ellos no te aman, yo te amo. Para quien ha luchado contra esa experiencia solitaria, eso es lo que siempre ha estado esperando.
Nominada al Oscar a los 13 años (como mejor actriz de reparto por su rol en Taxi Driver , de Martin Scorsese, en 1976), Foster ya había estado detrás de cámara en 1991, con Mentes que brillan , y en 1995, con Feriados en familia . En ambas, se pone de manifiesto un particular interés por las dinámicas familiares?
"Sí, definitivamente. Siempre sobrevuelo esa idea de cómo nos afectamos los unos a los otros. Creo que incluso si hiciera una película sobre marcianos, terminaría siendo sobre una familia de marcianos."
-¿Esta última película es una crítica a la típica familia estadounidense?
-Diría más bien una exploración. Walter es un hombre que tiene todo: una hermosa casa con pileta, una familia con hijos, una mujer que lo ama. Se supone que debería ser feliz. Pero flota dormido sobre su vida. Está trabado. No tiene sentimientos. Y creo que ese es un interesante fenómeno americano. Tenemos todo y no somos felices. Es como una crisis existencial en la que hay que esforzarse para decir "quiero vivir". No sé si eso es típicamente estadounidense, pero esta cultura es mi obsesión y mi fascinación.
Foster, que estudió en el Liceo Francés de Los Angeles, habla el idioma a la perfección y se dobló a ella misma, al francés, en varias películas.
-¿Qué aspectos la acercan a la identidad americana?
-Creo que tengo la nostalgia de cómo fui criada. No tengo un sombrero del far west , pero el Oeste tiene un efecto poderoso sobre mí. Además de esa sensación de poder hacer todo y reinventarse a uno mismo con cada paso creativo. No hay una aristocracia, cada generación tiene que pasar sus propias pruebas.
-¿Y qué tiene de francesa?
-Mi relación con el arte. Es una conexión emocional muy fuerte. Y eso no es muy americano.
Si bien varias veces Foster declaró que, como directora, está interesada en producciones independientes, le ofreció el rol protagónico a Mel Gibson, actor generalmente relacionado con superproducciones. Juntos habían trabajado en Maverick ( 1994).
-¿Por qué Mel Gibson?
-Es cierto que nunca actuó en películas independientes. Mel tiene un toque más mainstream . Pero yo necesitaba un poco de su liviandad, al menos al principio, para que entendiera la historia, y también sabía que es un actor maravilloso. Es muy profundo y entiende lo que es la lucha. Sabía que no se iría hacia la risa fácil y que iba a honrar el costado dramático de la película.
-Su lucha en la película, ¿es una especie de confesión para él? [en relación con las acusaciones de violencia y de racismo que enfrenta últimamente].
-De alguna manera? Es un hombre que está luchando. Pero no es el único hombre que está luchando...
-¿Cómo fue dirigir y actuar (en el rol de la mujer de Mel Gibson) al mismo tiempo?
-La primera vez (en Mentes que brillan ) dije que no lo haría de nuevo, y finalmente lo hice. Quería actuar este papel. Al principio no pensé que lo haría pero, cuando conseguí a Mel, quise anclar el film en el drama y no sabía quién iba a ser capaz de oponerse a él y darle al matrimonio ese costado dramático. Así que le pregunté si me daba permiso, y dijo que sí.
-En la película, uno de los hijos de Walter (Gibson) lucha por no parecerse a su padre. ¿Cree que algunas cosas están predestinadas?
-No hay una cura para lo pesada que es la vida. Las cosas pasan, y algunas son horribles piezas del destino: te vas a convertir en tu padre, las personas alrededor tuyo van a morir, las personas van a sufrir y no va a estar bueno. No importa lo que el médico o los otros te digan. El único consuelo para eso es que no estás solo: le pasa a todo el mundo.
LO FEMENINO Y LO MASCULINO
"Ya no sé lo que es femenino y masculino. Creo que todos tenemos ambos aspectos en nosotros. No adhiero a una idea del tipo blanco-negro sobre ello.
Ser líder en un set de filmación es como ser un buen padre: es tan femenino como masculino.
Les doy parámetros de decisión a las 75 personas de mi equipo, y les impongo límites a mis hijos, pero al mismo tiempo les estoy diciendo «mostrame maneras locas de llegar ahí», a unos, y «te amo», a otros. Permitís que se rían de ellos mismos y permitís que la gente pruebe cosas. Es una combinación. Es tratar de ser un buen padre (parent, en inglés, no tiene género), y ello no es ser madre o padre. Es ser un buen padre."
Nathalie Kantt Para LA NACION
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