En Misiones
Vive como un ermitaño en la selva
No tiene señal de teléfono, ni internet y vive en lo profundo de la jungla misionera donde pasa varios días sin salir. Esa es la vida que eligió Aníbal Pireda, un hombre de cincuenta años que recorrió el mundo como deportista antes de llegar a este lugar. El Soberbio.- Recorrió la Argentina en busca de una tierra húmeda donde permanecer y vivir.
Fue guardavidas, profesor de yoga, músico y le gustaba recorrer el mundo en bicicleta. “Me dediqué al deporte porque sabía que tenía que mantenerme en forma física para viajar y encontrar un pedazo de tierra en algún lugar de mi país, de hecho vine de Buenos Aires a El Soberbio en bicicleta”, confesó.
Corrió el triatlón Iroman World Championship en el año 97 en Hawaii y también participó de la misma carrera en Suiza, Alemania y Brasil. Además corrió maratones, hizo natación, ciclismo y sky. Aparte toca el violín “siempre fui medio carpintero”, dijo.
Con el mate en mano y sentado en su refugio de madera realizado por él mismo, a siete kilómetros y medio de Colonia La Flor y a treinta kilómetros de El Soberbio, contó a El Territorio que antes de hacerse deportista hacía yoga y vivió seis años en el Sur, porque “siempre quise estar en contacto con la naturaleza.
En el ‘98 ya tenía el sur descartado, pero había otras dos opciones: las Yungas o Misiones”.
No había muchas referencias de El Soberbio, por lo que se compró distintos mapas del Instituto Geográfico Militar (IGM) y empezó a estudiar la provincia. “Una cosa que me llamó mucho la atención de los mapas de Argentina son sus nombres. En el Norte los arroyos y parajes son muy tristes: Pozo seco, Palo seco, Salar de hombre muerto, etc.
En cambio, los arroyos y parajes de Misiones son muy alegres; La flor, La bonita, Arroyo Paraíso. Me capturó su posición geográfica y sus nombres floridos”, contó.
Cuando iba a correr su última carrera en Porto Seguro, Brasil, mandó todo su equipaje con un amigo y se vino hasta El Soberbio en bicicleta. Tardó diez días. Estaba con una bicicleta de triatlón que no le permitió entrar en el monte, pero en su regreso a Buenos Aires, mientras estaba en una clase de Yoga, le comentaron de una persona que estaba haciendo un emprendimiento turístico en Misiones y decidió venirse con él a ver las chacras.
“En esa época, cuando todavía estábamos en el uno a uno, la hectárea de tierra fiscal en esta zona de Misiones estaba a cincuenta dólares y cien dólares costaba con título de propiedad. Cuando yo vivía en la Patagonia, diez años antes, la hectárea en El Bolsón salía cinco mil dólares.
Diez años después llego a Misiones y me encuentro que una chacra salía cincuenta mangos. Dije ‘deme dos’, y me compré una de diecisiete y otra de doce con un juego de ruedas de mi bicicleta de competición”, recordó.
Permiso sin precedentes
Hasta fines del siglo XX, el destino de los bosques de Misiones era desaparecer. A nadie le interesaba que estos bosques se conserven. De parte del establishment político tampoco había una conciencia de conservación. Se estaba lapidando un recurso que otros países desearían tener y a todos los mandaban a plantar tabaco.
Por aquel entonces daban los permisos de ocupación sólo para explotación agropecuaria o forestal, pero Aníbal quería comprar una tierra de Misiones con el objetivo de conservar el monte. “Como yo no entraba en ese rubro pedí un permiso agroforestal.
Después de obtener mi permiso, pagar impuestos, plantar frutales y hacer senderos, me llega un aviso de la Policía donde me revocaban el permiso de ocupación. En ese momento me comuniqué con el subsecretario de Tierras y me entero que a mi permiso me lo habían revocado desde San Vicente porque no había hecho rosado”.
“Él me informó que la Ley 3426 de Bosques protectores prohibía el desmonte en tierras con pendientes mayores a veinte por ciento y que este caso iba a sentar jurisprudencia porque la Ley 3426 me amparaba.
Finalmente después de que Gustavo Weirich se fue y vino Claudia Gauto como subsecretaria, me devolvieron la tenencia de la chacra con un destino nuevo y sin precedentes llamado reserva ecológica privada con fines turísticos. Fue el primer caso en la provincia”, relató.
Una vez que estuvo seguro de que este iba a ser su lugar en el mundo, encontró una chacra que estaba abandonada desde hacia diecisiete años. Aníbal decidió vender todo y quedarse con esta ubicada a siete kilómetros de Colonia La Flor y a treinta de El Soberbio entrando por la ruta 15.
“Estaba en una encrucijada; estaba en el lugar que quería, pero me estaba quedando sin recursos económicos. Cuando se me acabó el dinero, apareció un emisario del entonces gobernador de la provincia, Carlos Rovira a quien yo había conocido en el 2008 en los momentos de mis problemas con la tierra.
En aquél tiempo yo estaba muy enojado con muchas cosas que veía en el manejo de las tierras fiscales y sus bosques y se lo dije. Este señor me dijo que me incorpore al cuerpo de guardaparques y yo acepté por mi necesidad económica y por el honor del ofrecimiento”.
Hoy Pireda es un prestigioso guardaparques de Misiones. Su chacra se convirtió en “Pozones del Paraíso”, un increíble rincón rodeado de árboles gigantes y plantas frutales que invita a experimentar una cultura absolutamente distinta a la de los países del “primer mundo”, donde la depresión, el estrés y la falta de sentido de la existencia se han vuelto crónicas diarias. En su tiempo libre prepara su refugio para recibir a turistas que estén dispuestos a conectarse con la naturaleza en todas sus manifestaciones.
- Fuente: El Territorio - Foto:Valentina Lovell
|