Cumbre climática
Representantes de 192 países debatirán en Copenhague
Impulsada por una de las mayores amenazas que haya enfrentado el planeta, la comunidad internacional se reúne a partir de hoy en Copenhague durante 12 días para tratar de exorcizar el fantasma del calentamiento climático y sus terribles consecuencias. PARIS.- El objetivo de esta gigantesca conferencia, bajo el patrocinio de las Naciones Unidas (ONU), es evitar que la temperatura media terrestre aumente 2°C a finales del siglo y pueda llegar a poner en peligro la vida del hombre sobre la Tierra, como advirtió ayer el papa Benedicto XVI desde el Vaticano. "La salvaguarda de la creación pide la adopción de estilos de vida sobrios y responsables, sobre todo hacia los pobres y las generaciones futuras", advirtió el Sumo Pontífice en vísperas de la apertura de la cumbre.
El objetivo de 2°C es la forma científica de decir que los 192 países que participan en la Convención de la Naciones Unidas sobre Cambio Climático (Unfccc) deben ponerse de acuerdo para reducir en un 50% sus emisiones de dióxido de carbono antes de 2050 si quieren evitar una catástrofe planetaria.
Más de 103 jefes de Estado y de gobierno viajarán a Copenhague. Billones de dólares, poderosos intereses nacionales e internacionales y, sobre todo, la vida de millones de seres humanos podrían depender de los resultados de esta cumbre.
Tanto los países opulentos como los emergentes deben aceptar reducir su consumo de carbón, petróleo y gas. Esos combustibles fósiles extraídos de las entrañas de la tierra fueron los responsables de la prosperidad del planeta, pero también crearon el monstruo de los gases del "efecto invernadero (GEI)".
Pero los desacuerdos son tan numerosos, sobre todo entre los países ricos y los pobres -reunidos en el llamado G-77-, que todos abandonaron la esperanza de que Copenhague termine con un texto vinculante. La conferencia podría producir un acuerdo político que fije el marco para la continuación de las negociaciones, con miras a firmar un tratado en 2010.
Durante el fin de semana, Estados Unidos consiguió elevar las expectativas: el anuncio de que el presidente Barack Obama estará en el cierre de la cumbre, recta final de las negociaciones, creó ilusiones sobre un desenlace más optimista.
En estas dos semanas, la cumbre se centrará en dos puntos fundamentales: decidir objetivos cifrados para el control de emisiones de GEI y determinar el monto que los países ricos están dispuestos a pagar para ayudar a las naciones en desarrollo a luchar contra el calentamiento climático.
"El objetivo es, ni más ni menos, cortar el nudo gordiano que entrelaza cambio climático y desarrollo", explica Jean-Charles Hourcade, del Centro Internacional de Investigación sobre Medio Ambiente y Desarrollo (Cired).
Las promesas laboriosamente obtenidas antes de Copenhague están muy lejos de satisfacer a los expertos. Para ellos, es necesario reducir entre 25 y 40% las emisiones de GEI antes de 2020 en relación con los niveles de 1990.
La Unión Europea (UE) y Japón se comprometieron a disminuir un mínimo del 20%. En Estados Unidos, donde la llegada de Obama había despertado nuevas esperanzas, el Congreso estudia una reducción de 17%, pero tomando como base los niveles de 2005.
La decisión de los grandes países emergentes, que se cuentan entre los más contaminantes del mundo, podría desbloquear la situación: China -principal emisor de GEI junto con Estados Unidos-, la India y Brasil han prometido recortar sus emisiones, aunque se niegan a asumir compromisos vinculantes.
La segunda gran cuestión es quién pagará. Según la ONU, se necesitarían 240.000 millones de dólares anuales suplementarios desde ahora hasta 2030, para luchar contra el calentamiento global.
En el edificio ultramoderno del Bella Center de Copenhague, los 15.000 participantes analizarán otra infinidad de temas menos políticos: protección de los bosques, medición de las emisiones, reglas necesarias para los bonos de carbono y cómo hacer cumplir un acuerdo.
Además de los delegados, que bregarán a puerta cerrada, Copenhague desplegará una impresionante panoplia de causas y opiniones diferentes. Los "creyentes", liderados por el ex vicepresidente norteamericano Al Gore, el ecologista francés Nicolas Hulot y el príncipe Carlos, se enfrentarán a los escépticos, que los consideran demasiado alarmistas y dudan seriamente de la gravedad del calentamiento climático y de los informes apocalípticos que difunden los científicos.
"[Los] que niegan la realidad del calentamiento global debilitan la democracia", dijo Gore en una entrevista con el diario italiano La Repubblica . El premio Nobel de la Paz también se pronunció sobre el llamado "climagate", polémica creada por una serie de correos electrónicos enviados entre científicos en los que se habla de cómo manipular datos que confirmen la influencia del hombre en el cambio climático. "Los negacionistas del cambio climático están engañando a la gente, haciendo creer que esos correos tienen un significado mayor del que les corresponde."
Paralelamente a la cumbre, se celebrará un foro alternativo con la participación de 10.000 militantes de ONG. La reunión se hará cerca de la estación central ferroviaria. La principal atracción de esa cumbre será el testimonio de las actuales víctimas del cambio climático en Bangladesh, Nigeria y Groenlandia, que explicarán cómo sus vidas ya son afectadas por el aumento de 0,8° C registrada en un siglo.
La conferencia se abrirá, de todos modos, en un contexto más alarmante, creado por un nuevo informe científico. En un estudio publicado ayer en la revista Nature Geoscience , un grupo de especialistas británicos afirma que los índices de reducción propuestos hasta ahora provocarían un calentamiento global de "más de 3° C" en 2100.
Luisa Corradini Corresponsal en Francia
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