Una mora de 122 años
Saldan deuda histórica con Wagner
El Teatro Argentino de La Plata saldó una mora de 122 años al inaugurar la temporada lírica 2012 con "El oro del Rhin", la ópera que prologa "El anillo del Nibelungo" que, por primera vez -y en una versión admirable-, fue representada en el coliseo platense. Siempre cercano al linaje lírico italiano, más próximo al temperamento de sus artistas y programadores, el Teatro Argentino demoró en exceso en albergar la caligrafía alemana de Richard Wagner.
Si bien hubo una versión de "Lohengrin" -título que el año pasado descolló en la cartelera del teatro Colón-, en 1952, con un reparto notable para la época, aquella representación se acomodó al idioma italiano y no a la lengua original.
Recién en 2011, con "Tristán e Isolda", bajo la dirección orquestal de Alejo Pérez y la puesta en escena de Marcelo Lombardero, Wagner accedió al Teatro Argentino en idioma original.
Precisamente, la misma dupla creativa dio forma esta vez a "El oro del Rhin", elegida para la apertura de la temporada lírica a modo de homenaje -en 2013- al bicentenario del nacimiento de Wagner.
Porque la apuesta, con saludable ambición, del coliseo plantense es montar los cuatro títulos de la tetralogía wagneriana, a razón de dos por año, objetivo al que el teatro Colón renunció con la controversial programación de una versión reducida y titulada "Colon-Ring".
"El anillo del Nibelungo" representa, acaso más que ninguna otra de las obras wagnerianas, el afán del autor por trascender todo lo que se había desarrollado en el género.
En su desmesura se trasluce el deseo de constituir un nuevo continente artístico donde la orquesta y la representación sean dimensiones inescindibles.
En ese sentido, como quedó en evidencia anoche en la penúltima función de "El oro del Rhin", el discurso orquestal se presenta poderoso, omnipresente y la forma en que se encuentra engarzado con la narración y la representación insinúa una nueva gramática o el final -por agotamiento- de la música homófona.
Detrás del la expresión dramática que impone la orquesta, Wagner evoca una historia de dioses, héroes y criaturas mitológicas que luchan por la posesión de un anillo que otorga el dominio del mundo pero, a la vez, importa un renunciamiento al amor.
Los personajes se consumen en sus propias contradicciones y se revelan como deidades imperfectas, humanizadas.
Wagner concilia esas historias con algunos leitmotiv musicales que le otorgan cohesión a la ópera y continuidad con los tres segmentos que restan.
Cierta estética visual, moderna en el vestuario y apoyada quizá en exceso en los recursos tecnológicos es, acaso, el costado más debatible de la puesta.
El reparto, íntegramente latinoamericano, es impecable. El bajo Hernán Iturralde (Wotan), el tenor Francesco Petrozzi (Loge) y la mezzosoprano Adriana Mastrángelo (Fricka) sobresalen en una pieza exigente para los desempeños solistas.
"El oro del Rhin" se despedirá en una última función que se realizará mañana desde las 18.30 en la sala Alberto Ginastera del teatro.
- Fuente: Télam - |