Algo más que un adiós
Se va Pep, pero no su legado
Guardiola, el hacedor del Barcelona que es el mejor sinónimo del fútbol, anunció que no renovará su contrato; lo sucede su ayudante, Tito Vilanova, para asegurar la continuidad de un estilo. El catalán no es un dialecto regional: es, desde hace un tiempo prudente (cuatro años, cuatro temporadas) un maravilloso idioma universal.
Una declaración de principios: mucho más que un club, un modo de vivir. Con dignidad, con orgullo, con sentido de pertenencia. Jugar de galera y bastón, ganar vestido de smoking, perder (de vez en cuando, para engañar a la soberbia), siempre de pie, zapatos lustrados; huellas después de otro festín de toques, goles, triunfos y vueltas olímpicas.
Son exactamente 13 trofeos, muestra genuina de que no sólo es la mayor expresión artística de Barcelona. Los especialistas son unos atrevidos: insisten en que esta sinfonía es el mayor canto de sirenas que se haya escuchado jamás.
El Gran Pep lo ha hecho. A los 41 años, ejemplo de conducta, trabajo y virtuosismo, el entrenador deja una enseñanza, justo ahora, cuando advierte de su despedida de la biblioteca de fútbol catalana, a fin de temporada: en realidad, Guardiola no se irá jamás. La leyenda continúa.
No sólo porque el legado lo va a continuar Francesc Vilanova (Tito para todo el mundo), su confidente, su mano derecha, un completo desconocido para ocupar un banco de lingotes de oro y honores. Sobre todo porque su manera de representar el más maravilloso juego es la base para las próximas generaciones.
En La Masía saben cómo ganar y, lo que es mejor aún: exactamente conocen cómo se debe perder. No es sólo por Leo Messi, el forjado en esa cantera y crecido bajo la sabiduría de Pep, que el mundo se viste de azulgrana: es por el entrenador (el que disfraza la realidad con su hasta luego ), que los niños del planeta se han cambiado los colores de la pasión.
Hoy, son todos de Barcelona, como sólo ocurre con casos aislados. Como en el tenis con Roger Federer. Locales hasta en la luna. Hoy, somos todos de Barcelona.
Maestro y discípulo: desde ahora, el tiempo de Tito.
La despedida se describe en catalán; aunque algunos no lo entiendan, es el idioma futbolero internacional. Sandro Rosell, el presidente, y Andoni Zubizarreta, el director deportivo, presentan la novedad (intuida desde hace un buen tiempo), como si se tratara del fin de todos los tiempos.
No entienden el escenario: por fortuna, esto apenas empieza. La mayoría de los jugadores, estrellas desde que Pep y Barcelona son sinónimos, se entrometen entre los cronistas, dispuestos a escuchar lo que antes, minutos antes, provocó más de un llanto en la intimidad de vestuario.
Masoquistas de pantalones cortos. Messi es visceral: no se sienta en la tragedia futbolera transmitida en directo porque se conoce mejor que nadie: tiene vergüenza de llorar. Justo él, su niño adoptivo.
Que los dirigentes han hecho lo imposible. Que era un cheque en blanco. Que el fútbol ya no tendrá el mismo sabor luego de lo que resta de la Liga y la final de la Copa del Rey.
Barcelona, con astillas en el pecho, cambia el eje: seguirá siendo la misma escuela abierta al arte, aunque con otro conductor. Amigo de Pep, enemigo de la exposición. Tal vez, sobrevuela la renovación. Alguna derrota que caerá como pólvora. Sin embargo, el club catalán brinda una lección estupenda: nada debe cambiar.
A la sala de prensa le falta aire: hay aroma a nostalgia. "Me he desgastado, me he vaciado y necesito llenarme", analiza Guardiola, con recuerdos caprichosos de la falta de energía de Marcelo Bielsa, ahora reconocido otra vez por los apasionados. Puyol, Xavi, Iniesta, Valdés, Cesc, Piqué, Busquets, Pedro, miran sin querer escuchar: algún día iba a pasar.
La derrota contra Real Madrid por 2-1 una semana atrás, la eliminación contra Chelsea en la Champions League días después, aceleraron un adiós meditado, aunque sorpresivo para muchos.
Para los Guardiola, por ejemplo. Valentí, su padre, se enteró un día antes, por un llamado telefónico: "Sufríamos porque sabíamos cómo ha vivido todo esto del Barça desde los 13 años?". Ironía del destino, si su equipo era una bendición.
Una vida en la misma casa, como jugador alto, fino y elegante; como entrenador, suerte de homenaje a la pelota a través de los tiempos.
"Son cuatro años, el tiempo lo desgasta todo", advierte, convencido como cuando ingresaba en el Camp Nou, a su teatro de los sueños.
Guardiola abre su puerta y Barcelona abre el corazón: el fútbol no se va, apenas se toma un respiro melancólico, con aroma de primavera.
13 Títulos logró en una campaña extraordinaria; entre ellos, dos champions league y dos mundiales de clubes, en 2009 y 2011; y falta jugar la copa del rey...
176 Triunfos, 46 empates y apenas ¡20! derrotas, con 619 goles en favor y 22 jugadores de las inferiores que han debutado en su ciclo... números únicos
DIXIT
"Gracias Pep, por la felicidad que nos has dado y por todo lo que has aportado a tu Barça... Gracias por habernos representado de una forma tan modélica" Sandro Rosell (presidente)
"El trabajo acaba convirtiéndose en tu vida, pero entiendo que haya cierta gente que tenga que descansar de vez en cuando. Yo hago lo contrario" Arsene Wenger (DT de Arsenal)
"Pep ha tomado una decisión como barcelonista y nada más hay que aceptar lo que ha hecho, porque lo ha hecho desde el corazón" Vicente Del Bosque (DT de España)
"Estoy triste. Hoy es un día triste. Se va el mito del Barça, el último mohicano de la era Cruyff. Barcelona es el mejor club del mundo con mucha diferencia" Hristo Stoichkov (ex jugador)
"El fútbol de Barcelona ha sido de ensueño, casi no se había visto en el pasado. Si decide descansar o cambiar de aires, hay que respetarlo y es entendible" Rafael Nadal (tenista)
"Agradecer de todo corazón a Pep lo mucho que me ha dado a mi carrera profesional y personal. Debido a esta emotividad que siento, preferí no estar" Lionel Messi (en Facebook)
Frases de Pep Guardiola "Siempre he querido contratos cortos. Cuatro años en Barcelona es una eternidad. Me he desgastado y quiero rellenarme"
"A nadie le interesa el futuro; pronto volveré a entrenar, pero no puedo llenar este vacío si vuelvo enseguida, no tengo ganas"
"Éste es un club de una fuerza, una vida y una potencia increíbles. No tengáis miedo, el que me sucederá está más que capacitado"
- Por Ariel Ruya | LA NACION -
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