El amistoso en Barcelona
El seleccionado pone en riesgo su prestigio por el desgobierno que existe en la conducción
La derrota 4-2 ante el combinado de Catalunya cerró un año alarmante, que dejó muchos interrogantes con miras al Mundial de Sudáfrica. BARCELONA.- La autoridad no es su fuerte. La Argentina entregó una grave señal en la derrota de fin de año que le propinó el seleccionado de Catalunya.
Volvió a complicarse la vida, más allá de los méritos que tuvo un rival que, pese a contar con seis figuras del Barcelona multicampeón, se juntó en el mediodía de ayer para afrontar este partido.
Es como que el equipo argentino estuviera condenado a sobrevivir a los tumbos más que a propiciar cuestiones positivas.
El combinado catalán, dirigido por Johan Cruyff, le dio una lección de juego y de eficacia, porque más allá del 4-2 que se estuvo cerca de remontar, el arco argentino corrió peligro de principio a fin.
Le dio un escarmiento en el aspecto individual, en el anímico y, obviamente, en el futbolístico. Otra producción para el olvido del ciclo Maradona devolvió al seleccionado a los viejos interrogantes.
El equipo deambuló como un fantasma, como durante todo el año, y entrega una serie de problemas preocupantes en su vida íntima.
Con la llegada de Maradona, la selección tuvo una etapa de convivencia y de refundación interna. Tan reclamada por el cuerpo técnico y por muchos de los jugadores.
Al entrenador se le presentaba la oportunidad de trabajar con los jugadores que, según su evaluación previa, eran como un "Rolls Royce tapado de polvo".
Pero esa chance no se concretó en la dimensión esperada y todo 2009 fue desaprovechado. Se perdieron oportunidades por distintas razones para atender todas las circunstancias y se intentó ajustar cosas sobre la marcha, más que adoptar un pensamiento más global de lo que representa un seleccionado de elite como el argentino.
Hasta aquí, todo ha sido el impulso de la novedad (los constantes cambios en las listas, por ejemplo), potenciado encima por todo lo que Maradona significa, exagera y complica.
Por distintas circunstancias, el seleccionado argentino no presentó en el Camp Nou a sus dos figuras más destacadas: su técnico y al mejor jugador del mundo, Lionel Messi.
El entrenador está cumpliendo con la sanción impuesta por la FIFA hasta el 15 de enero por las groserías manifestadas en Montevideo y el rosarino se vio envuelto en una desafectación de último momento.
Es cierto que se resolvió ayer su salida y que jugó con un esguince de tobillo derecho (no el izquierdo como informó la AFA) la final del Mundial de Clubes, tan real como que la selección y Barcelona habían acordado desde hacía un tiempo que no iba a ser de la partida; incluso, el presidente Joan Laporta habló con la federación de Catalunya para evitar inconvenientes. Pero no, se especuló hasta último para no perder el plus económico que genera contar con Messi.
Maradona debe apartarse de una vez por todas del "sidieguismo" que deambula a su alrededor, especialmente en el cuerpo técnico, en el que no tiene lugar Carlos Salvador Bilardo, que otra vez encendió la mecha interna con sus declaraciones en contra de Alejandro Mancuso.
Ya se ha dicho muchas veces: se impone la presencia de un técnico alterno que visualice con mayor atención los movimientos del rival de turno, que complemente la planificación de los trabajos de campo, tácticos y estratégicos.
Porque a la luz de los acontecimientos, Mancuso es más un generador de tempestades, y Héctor Enrique -el DT del equipo ayer- un componedor de emergencia.
Maradona debe entender que nada se sostiene simplemente por descansar en la calidad de sus futbolistas o agruparlos como un montón de buenas individualidades; se necesita armar un funcionamiento y profundizar algunos movimientos para emerger como una selección más confiable.
Porque estos mismos jugadores reciben mucha información de sus entrenadores en Europa y por eso requieren una importante cantidad de datos.
También sería injusto centralizar todas las responsabilidades en Maradona. Es probable que los jugadores se sientan desprotegidos por la falta de una idea de juego y una estructura táctica que los contenga, pero eso no los libera de esta situación tan apremiante.
Hay futbolistas de experiencia, habituados a la alta competencia internacional, a ganar títulos en Europa. La Argentina tiene a Messi, la individualidad que todo el mundo reconoce y aplaude. En el seleccionado se lo desaprovecha.
Cada vez está más a la vista que no es la causa de los problemas, sino una consecuencia de lo que es este equipo. Un conjunto que tampoco ayuda a los nuevos a aprovechar las oportunidades.
Un "equipo" de fútbol se arma con tiempo, conocimiento colectivo y automatización de movimientos. Nadie lo pone en discusión y tienen razón los técnicos de los seleccionados, aquí y en el mundo, cuando esgrimen la falta de prácticas para poder conformar, valga la repetición, un "equipo".
Pero el poco tiempo que se tiene debe ser bien utilizado y aprovechado para que exista un clima de camaradería, solidaridad y buen entendimiento. Cuestiones de las que adoleció la Argentina durante todo un 2009 que, por fin,... terminó.
Los próximos pasos antes de llegar a la Copa
El seleccionado argentino pretende disputar varios amistosos antes de debutar en la Copa del Mundo.
Hasta el momento sólo está confirmado el desafío del 3 de marzo en Munich, frente a la selección de Alemania. Además, el cuerpo técnico desea jugar un partido ante un combinado africano, teniendo en cuenta que el debut en el Mundial será Nigeria.
También buscará jugar con Israel, como antes de los mundiales 86 y 90, aparentemente... por razones de cábala.
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