Debate
Un nuevo Acuerdo de San Nicolás
No puede haber progreso, ni orden, ni paz, si no se derogan, rápidamente, todas las normas dictadas en los últimos años que han dañado el sistema democrático, representativo, republicano y federal que, en teoría, nos rige. La obligación de la hora es restaurar las instituciones de la República, comprometiéndonos a una labor mancomunada para la plena vigencia de la Constitución Nacional.
No puede haber progreso, ni orden, ni paz, si no se derogan, rápidamente, todas las normas dictadas en los últimos años que han dañado el sistema democrático, representativo, republicano y federal que, en teoría, nos rige.
La delegación de facultades legislativas en el Poder Ejecutivo es una afrenta a la ciudadanía que debe ser reparada rápidamente, al igual que la presión sobre los jueces por parte del oficialismo, vía el funcionamiento del Consejo de la Magistratura.
En paralelo deben derogarse todas las normas que vulneran el sistema federal, devolviendo a las Provincias su poder tributario y sancionando, de una buena vez, la ley de coparticipación federal de impuestos. Es imperioso garantizar todas las libertades, de modo efectivo y sin eufemismos.
Los partidos políticos deben volver a su noble y antigua función: debatir ideas, proponer políticas y formar dirigentes. Se hace necesaria una auténtica reforma política que asegure aquellos nobles y trascendentes objetivos y garantice la pureza del sufragio y la idoneidad y representatividad de los elegidos.
La reciente iniciativa del gobierno en tal sentido podría ser un buen punto de partida siempre y cuando sea el ámbito para una discusión a fondo en la que participen todas las líneas del pensamiento nacional.
La energía debe ser puesta en mejorar las áreas que de modo indelegable corresponden al Estado: educación, salud, seguridad y defensa, y en ejercer la función arbitral para que la iniciativa privada y la generación de riqueza, aseguren el bien común por sobre el de los sectores.
Hay que alentar a quienes se comprometan con esta tarea común, que imagino plasmada en un nuevo Acuerdo de San Nicolás, que dio origen a la sabia Constitución de 1853. Hago votos y comprometo mi esfuerzo para que el año que se inicia y que marca nuestro Bicentenario, sea el de la definitiva reconciliación de los argentinos.
Por: José Antonio Romero Feris EX GOBERNADOR Y SENADOR NACIONAL DE CORRIENTES
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