Cacho Fontana: un conductor emblemático
"Yo era Tarzán y me convertí en un mono"
En abril cumplió 80 años y lo festejó en España junto a sus tres hijas. Las últimas dos décadas los pasó inactivo, después de que el escándalo con la que era su novia, la modelo Marcela Tiraboschi, lo alejara de la televisión y la radio y le consumiera todos sus ahorros. El emblemático conductor habló con LA NACION sobre el escándalo con la modelo Marcela Tiraboschi, sus problemas laborales y su deseo de no jubilarse.
En abril cumplió 80 años y lo festejó en España junto a sus tres hijas, a las que juntó por primera vez en su vida. Cacho Fontana está lúcido y con ganas de seguir.
Los últimos veinte años los pasó inactivo, después de que el escándalo con la que era su novia, la modelo Marcela Tiraboschi, lo alejara de la televisión y la radio y le consumiera todos sus ahorros.
La fama y el éxito se desvanecieron junto con las denuncias de ella, que lo acusó de maltrato e incitación a las drogas.
Ahora él no quiere hablar del pasado sino del futuro. No se resigna al retiro y pide a gritos volver al medio.
-¿Cómo es tener 80 años?
-Es muy complicado. Yo estoy muy preocupado por el futuro. Pero uno dice eso y la gente lo mira raro. Es que yo necesito dos cosas: trabajo e ingresos. Necesito mantener un nivel de vida. Estoy apto. Dios me dio la lucidez, me conservó la voz, tengo la mente mejor que antes. Estoy con mejores ideas, con un interior rico que quiero trasmitir. Y necesito reencontrarme con la gente.
-¿Y qué pasa?
-Nadie piensa que a mi edad se pueden ubicar los nombres, las historias, los tiempos... Y no tengo lo que siempre tuve. Antes, cada vez que yo tenía una idea, tenía dónde ir y dónde comercializarla. Me era muy fácil todo. Tenía acceso a los que decidían.
-¿Y ahora?
-Ahora sólo quieren que hable del pasado y a mí eso me molesta porque ya fue. Si yo me remonto al pasado, ¿cómo arreglo mi vida hoy?
-¿Por qué quiere seguir trabajando a los 80 años?
-Porque no estoy para quedarme en mi casa. Estoy activo, física y mentalmente apto. No digo hacer un programa de lunes a viernes pero sí una vez por semana. Ese es mi lugar.
-Iba a hacer un programa en Crónica TV, ¿qué pasó?
-Hubo problemas, pero no quiero contarlos.
-Pero cuente Cacho, usted está más allá de todo.
-No, no. Yo no estoy más allá de todo. Ya no tengo más culpas, es verdad. Asumí las culpas que pude haber tenido en la vida solamente por vivir. Pero a mí hay cosas que no me hicieron bien y ya hoy no quiero justificarlas. Señores, mírenme. Háganme un casting. Quiero que me hagan un casting.
-¿No le asusta volver a la tele de hoy, que es tan competitiva?
-Yo competí siempre. A mí me tiraron de todo. Y les gané todas las veces. Parezco soberbio, pero están los números ahí, pueden buscarlos.
-¿Se jubiló?
-No. Me parece que no estoy para jubilarme, ni para vivir de una jubilación. Además, la palabra me suena mal. No me gusta. Para mí, la imagen de un jubilado es la de un tipo que está ahí sentado, que está listo, está liquidado.
-¿Qué le gustaría hacer?
-Me gustaría enseñarle a la gente de mi edad a usar la tecnología, a modernizarse, a no tenerle miedo a los aparatitos. Quiero que sepan que pueden tener el mundo en sus manos, que fue la sensación que yo tuve cuando empecé a aprender a usar todos los recursos de Internet.
-¿Qué hace todos los días? ¿Vive solo?
-Sí. Tengo a mano a mis hijas, Lumila y Antonella. Y a mis nietos. Pero hace 20 años que estoy solo, sin una mujer al lado.
-¡Qué raro! Un hombre al que le gustaban tanto las mujeres... No le creo.
-Créalo. No estoy en una situación como para compartir mi vida plenamente. Yo necesito espacio para moverme y además, económicamente son muy caras las mujeres.
-¿Tan golpeado quedó después de su última relación?
-No, no. Me siento bien así. No necesito apoyo, me valgo por mí mismo... No necesito una compañía tan cercana, tan diaria, tan íntima. Y además quiero repartir el tiempo como a mí me gusta. Tal vez no sea tan normal como uno va superando los tiempos y la vida. Para mí, haber cumplido 80 años significó un cambio muy grande. Me da un tiempo hacia el futuro, del que yo quiero ser responsable realmente. Quiero ser yo el que aporte para mi vida a través de mi trabajo. No quiero ser alguien al que deban ayudar para continuar.
-En algún momento de su vida sí necesitó ayuda.
-Ahí me dejé ayudar. Y por eso llegué acá. Hace tres años tuve un inconveniente de presión en España, vine, me revisé, me internaron y me pusieron tres by pass. Entonces salí cero kilómetro, como nuevo. Y ahora tengo un corazón de tres años, estoy todo irrigado. ¿Y qué hago con esta energía? Como yo me levanto, se levantan pocos a mi edad.
-¿Por qué no se jubila y disfruta de su tiempo libre?
-¿Qué quieren? ¿Verme en una plaza? No tengo una posición tan solvente como para darme esos gustos. Necesito tener un sustento y necesito profesionalmente poder expresarme.
-¿No tiene ningún trabajo?
-Sí. Hace seis años estoy contratado por un laboratorio para hacer sus publicidades. A veces pienso que esa será mi última campaña.
-¿Cómo recuerda la etapa del escándalo?
-Fue duro y cambió en todo mi vida. Yo era Tarzán y me convertí en un mono. Pero no quiero dedicarle ni un minuto porque ese hecho no tiene trascendencia al lado del hombre que me permitió descubrir. Yo no sabía que era este tipo, que era capaz de remontar lo que remonté, a mi manera y a mi estilo de vida. La opinión de los demás me importa mucho, pero la mía es fundamental. Es la que me da el ánimo, la que me da las ganas.
-¿La fama y el éxito lo llevó a pensar que no le podía pasar nada malo?
-Yo soy responsable de todo lo que hice. A mí me fue muy bien y también me pasaron cosas. Y mi realidad hoy es este hombre que se bancó lo que se bancó, se calló la boca y llegó a tener 80 años y estar feliz y con expectativa de vivir. Quiero festejar mis 80 años con la gente, recorrer el país.
-¿No tenía un proyecto así?
-Sí, pero no tengo quien me lo auspicie. Yo necesito que me den bola. Necesito seguir con Fontana.
- Por Fernanda Iglesias | Para LA NACION -
|