Copa Libertadores
San Román
Gracias a una genialidad de Riquelme, que inventó un gol cuando nadie lo esperaba, Boca igualó 1-1 con Corinthians en San Pablo y avanzó a cuartos de final, donde se cruzará con Newell’s. Con el Diez iluminado todo se puede. “Es el partido más importante desde que volví a Boca”, había sentenciado Carlos Bianchi antes de emprender el vuelo hacia Brasil.
Y sí, claramente era el desafío que llenaba de sentido a su regreso y al de Juan Román Riquelme. Pero ahora, gracias a la actuación de ayer, habrá otros dos partidos que lo superen en relevancia.
Es que el equipo de la Ribera sacó a relucir pare de su estirpe copera y, al igualar 1-1 con Corinthians en San Pablo y hacer pesar el 1-0 de la ida en la Bombonera, avanzó a los cuartos de final de la Libertadores.
Esta vez no hubo celular de Dios ni nada parecido. Alcanzó con una genialidad del enganche, que inventó un gol con un disparo que nadie esperaba. San Román.
Al igual que en el primer chico y en contrapartida a lo que viene ofreciendo en el torneo Final, Boca se plantó con buena actitud en el Pacaembú, tratando de presionar y de jugar en campo rival.
No obstante, el equipo local logró equilibrar las acciones a partir del cuarto de hora y el trámite se hizo tan equilibrado como confuso.
Hasta que el distinto frotó la lámpara. Corrían 25 minutos cuando Riquelme puso en juego la pelota rápido (Erbes mediante), tras un tiro libre que no parecía amenazante.
Sólo a él se le podía ocurrir pegarle al arco desde tan lejos y tan cerca de la banda. Por eso, cuando al arquero Cassio entendió la intención del enganche ya tuvo que ir a buscar la pelota al fondo de la red.
Magia, 1-0 y a dormirla hasta el descanso.
A poco de iniciado el complemento, Paulinho empardó de cabeza, con la complicidad de Orión que quedó a mitad de camino en su intento de cortar el centro.
Desde ese momento Corinthians se adelantó y fue en busca de los dos goles que le faltaban para clasificarse, pero no tuvo la claridad ni la intensidad necesarias. Sólo llevo peligro una vez y Alexandre Pato, que había ingresado minutos antes, la desperdició increíblemente.
En la próxima instancia se medirá contra Newell’s. Pero después de esta clasificación, Boca será mirado con otros ojos.
Y Riquelme también, porque reconfirmó que con algunos toques de su varita le sobra para marcar diferencia.
Aunque llegue limitado físicamente, sigue siendo diferente.
Es San Román.
- Fuente: La razòn -
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