En Olivos
Cristina se reunió con empresarios
Hubo una diferencia básica entre el último encuentro de la Presidenta con empresarios en el mes de diciembre y el de ayer: esta vez los asistentes tuvieron la posibilidad de expresarse. Ella, muy locuaz; ellos, inhibidos. Se podía preguntar, hacer un comentario, un reclamo o, simplemente, una crítica sobre la situación general del país o la marcha de la economía. Nada de eso ocurrió. De los siete hombres de negocios que pidieron el micrófono, dos de ellos lo hicieron con palabras elogiosas hacia Cristina Kirchner y su gobierno. Los restantes aludieron a temas referidos a sus sectores o sus empresas.
Los cerca de un centenar de inversores invitados al almuerzo en la residencia parecieron atrapados entre la inhibición y la prudencia. Ni el Indec ni el polémico Fondo del Bicentenario ni la calidad institucional o la seguridad jurídica argentina, aspectos de inequívoco interés general, merecieron referencias por parte de los presentes.
Después de todo, sentados en las catorce mesas del quincho de Olivos estaban el ex presidente Néstor Kirchner, el gabinete en pleno, los gobernadores alineados con el oficialismo y el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno.
Hubo sí una referencia a la inflación y al temor por las próximas negociaciones salariales por parte del ex presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA) Carlos Lascurain, formulada con palabras sumamente cuidadosas, casi como al pasar.
La reflexión apuntó más a la necesidad de crear un Banco de Desarrollo al estilo brasileño. Pero en momentos en que consultoras privadas dan un 3% de subas para febrero (contra 2,4% de enero), el punto, de igual manera, quedó expuesto.
Como ante cada pregunta la Presidenta se explayó largamente y sin salirse del tono ameno que utilizó toda la tarde (venía de decirles a los banqueros que no los iba "a retar", pero que tenían que dar más financiamiento). "No descarto el Banco de Desarrollo desde ningún punto de vista. Pero los precios los fijan los empresarios", resumió al final.
La reunión de ayer transmitió toda la impresión de haber sido convocada para tranquilizar y seducir al mundo empresarial. Cristina Kirchner se valió de un PowerPoint y un universo de cifras para afirmar que se sorteó exitosamente la crisis de 2009. "La economía argentina no tiene problemas estructurales", fue la frase que reiteró con mayor énfasis.
Para ello, hasta recurrió a comparaciones con índices de países como Irlanda, España y hasta Estados Unidos para ejemplificar que la Argentina salió mejor parada de la crisis. "Nuestra recaudación creció un 13% en 2009, mientras que la de Canadá cayó un 14 por ciento y la de Estados Unidos, un 24%. Y el riesgo país estaba en 1062 puntos el 30 de junio pasado, bajó a 629 puntos el día del anuncio del canje y a 660 el 31 de diciembre último, cuando estaba lanzado el Fondo del Bicentenario", dijo.
Un comensal no pudo contenerse en voz baja: "¿Y la inflación no la computa?". Las palabras de la Presidenta se pronunciaban a la misma hora que el índice de riesgo país argentino alcanzaba los 807 puntos. "Esta es una reunión de acercamiento, y va a haber otras, con las cámaras empresariales, con números en mano, para que veamos la situación sector por sector", dijo.
La respuesta inaudible de otro invitado, masticando envidia, no se hizo esperar: "Qué bueno sería que pasara como acaba de ocurrir con Mujica en Uruguay, con la oposición sentada acá junto al Gobierno y a los empresarios".
La sensación general percibida ayer entre los empresarios puede sintetizarse en tres impresiones:
1) La iniciativa en general fue bienvenida; es la segunda convocatoria oficial en dos meses y se brindó la posibilidad de opinar, un hecho destacable cuando se conocen las dificultades de los Kirchner para indagar en posiciones ajenas a las propias.
2) Pero todavía prevalece en el empresariado una alta dosis de temor a manifestarse en público. No alcanza con un gesto de apertura para vencer años de discrecionalidad, reproches y manu militari . Como dijo un poderoso hombre de negocios mientras la Presidenta ofrecía una pregunta más, cerca de las 16: "Entiendo la cautela de hoy. Si me invitan, prefiero decir las cosas en privado. Acá uno queda muy expuesto y uno nunca sabe cómo reacciona esta gente".
En la experiencia del cara a cara, muchos empresarios caen en la adulación. Ayer, por ejemplo, Gabriel Romero, a quien le acaban de extender por ocho años la concesión de la Hidrovía, que vencía en 2013, la felicitó por la "seguridad jurídica" imperante. Un silencio de estupor crucificó su comentario. Otro empresario, Alfredo Román, del transporte, algo menos empalagoso, la congratuló por "sacar a la Argentina de la decadencia".
3) El Gobierno se empecina en encandilarse con las cifras que exhibió ayer. Desendeudamiento, crecimiento, nuevos empleos, recaudación. Pero el ánimo empresarial parece no estar escuchando. Se leía en las caras ayer que está pidiendo otra cosa. Cuestiones "blandas": consenso, aptitud para el diálogo, no más intolerancia ni tensión permanente, institucionalidad. A estas alturas, los discursos de poco sirven ya. A esta historia sólo la tuercen hechos nuevos.
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