"No le gusta que lo ignoren, y menos si lo necesitan"
El misterioso Menem juega al golf
"Mi trayectoria es lo suficientemente clara y extensa como para que no se justifiquen juicios arbitrarios y merece el respeto de que no se la considere un bien mostrenco para sumar sin consulta a inventarios ajenos".
"La situación del país es suficientemente seria como para tratarla con superficialidad, ingenuidad o con capacidades de aficionado". LA RIOJA. Carlos Menem se despertó de la siesta y mandó a buscar el carrito de golf. Ya extrañaba volver a jugar, después de dos días de lluvias torrenciales, toda una rareza para el caluroso verano riojano. Se calzó un buzo naranja, un chaleco amarillo, una gorrita de River Plate y le pidió al jefe de su custodia que lo llevara a pasear por los 9 hoyos que más le gustan.
Se rió dos horas con cuatro amigos, le pegó con dudosa destreza a la pelotita y se sacó fotos con un grupo de chicos. Les ordenó a sus guardaespaldas que nadie se le acercara. Ya había dictado un comunicado en el que decía todo lo que quería decir sobre su polémica ausencia en la sesión del Senado que terminó en un fracaso opositor por falta de quórum. Culpó a sus aliados del PJ disidente por no haberlo consultado y mantuvo el misterio sobre qué hará la semana próxima.
Cuando terminó de jugar, miró las nubes amenazantes, volvió al carro y se escondió, otra vez, sonriente y silencioso, en su casa custodiada. Sólo le respondió una pregunta a LA NACION, de lejos, con un mensaje críptico: "¿Por qué no fui a la sesión? No hagan especulaciones. Ya van a ver que voy a actuar como he actuado toda mi vida, dentro de la doctrina peronista".
El ex presidente ayer vivió un día de inusual reclusión en la casa que mandó a construir en el medio del Club de Golf de La Rioja. Después del faltazo en el Senado que benefició al kirchnerismo, Menem ahora descansa frente a las viñas que hizo plantar entre sus hoyos preferidos.
Con un reducido grupo de confianza, el senador musita bronca, prepara discursos y planifica en reserva un anunciado regreso.
"Son amateurs", dicen que sonrió hablando de sus compañeros de la oposición mientras veía la última sesión por televisión.
En La Rioja llovía a mares. Usó esa excusa para poner en marcha su estrategia para relanzarse. Ese mismo día empezó a repartir quejas entre los hombres de confianza que lo llamaban para saber dónde estaba. Insistía que lo habían "ninguneado", que un ex presidente no era "una pieza de inventario", que lo habían dejado fuera de todas las negociaciones. Y que sus compañeros estaban actuando como "aficionados". Eso sí, se enojaba si insinuaban un acuerdo con el Gobierno. Hasta que apagó los teléfonos y se encerró.
Al otro día vio los títulos de los diarios y ordenó armar un comunicado, más duro con sus aliados que con sus adversarios. Allí puso que nadie lo había consultado para la negociación por las comisiones, que su trayectoria "merece el respeto" de que nadie lo sume "sin consulta a inventarios ajenos", y que la situación del país es "suficientemente seria para tratarla con ingenuidad o capacidades de aficionados". No mencionó al Gobierno y sí a los "miembros del interbloque" peronista disidente que él integra.
"Ahora vamos a esperar las repercusiones", anunció entre su reducido círculo de confianza, dispuesto a mantener la estrategia, mientras parte de su gente empezaba a hablar en público. En La Rioja había dejado de llover. Menem se fue a dormir y volvió a su amor por el golf, sonriente y sin hablar.
Con nuevos amigos Desde hace tres años, cada vez que pretende aislarse, Menem se muda al Club de Golf riojano. Emplazada frente a la quebrada, a 20 minutos del centro, en el predio hay sólo tres casas. Una es la del ex presidente.
Se lo ve salir sólo para buscar los palos y jugar. Formó un grupo de 10 amigos riojanos que alternan sus visitas para acompañarlo cada día, mientras tres custodios los siguen por toda la cancha. El jefe de ese grupo, Raúl García, un cincuentón entrado en kilos que habla desde el fondo de una voz gastada, maneja el carro que lo lleva de un lugar a otro. El es el encargado de echar a los curiosos. Usa casi siempre la misma frase: "El doctor pide que se retiren".
Sólo algunas personas de confianza tienen entrada libre. El principal, el secretario de Menem, Ramón Hernández. El otro, su amigo y médico personal, Carlos Santander, que suele chequear su frágil estado de salud. También lo visita su hija, Zulemita. Desde que nació Luca, su nieto, el ex presidente improvisó un sorpresivo reencuentro familiar. Incluso con su ex esposa, Zulema Yoma. Pasaron juntos Navidad. Desde hace meses, Menem busca recomponer esa relación.
Ese refugio cada vez más habitual es el lugar que también eligió para preparar con sigilo el regreso. "Nos vemos el martes", le dijo ayer a un amigo de Buenos Aires que lo llamó por teléfono para saber de sus planes. Será un día antes de que la oposición intente reagruparse para insistir con el reparto de las comisiones en el Senado.
En el entorno del ex presidente sostienen que estará en el Congreso y que no habrá sorpresas con su voto, pero anuncian que Menem pretende reacomodar su lugar entre los opositores. Su sobrino, Adrián Menem, ayer fue directo. "Nadie lo va a llevar de las narices. No lo están tratando como merece un ex mandatario", dijo mientras su tío todavía mascullaba bronca contra el cordobés Luis Juez y el radical Gerardo Morales. En palabras de otro hombre de su estrecha confianza: "No le gusta que lo maltraten. Mucho menos si lo necesitan".
El ex presidente evalúa ir por más. Y podría reforzar los golpes de efecto a la distancia con alguna aparición pública. Y sin atender llamados de la oposición hasta que vuelva a Buenos Aires. "No se negocia por teléfono", le oyeron decir, sonriente. Hoy, al menos, seguirá en esta ciudad. Ayer citó a sus amigos para encontrarse en el club house a la misma hora que ayer. Volverá a jugar al golf en los 9 hoyos de todos los días.
SU EXPLICACION
"Desde diciembre me encuentro en mi provincia. No he participado en ninguna de las negociaciones por designación de autoridades, no he recibido ninguna consulta sobre ellas ni mantuve conversación alguna con miembros del interbloque del que formo parte, no firmé ninguna declaración ni he autorizado a nadie a que hable o firme en mi nombre."
"Mi trayectoria es lo suficientemente clara y extensa como para que no se justifiquen juicios arbitrarios y merece el respeto de que no se la considere un bien mostrenco para sumar sin consulta a inventarios ajenos".
"La situación del país es suficientemente seria como para tratarla con superficialidad, ingenuidad o con capacidades de aficionado".
Juan Pablo Morales Enviado especial
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