El "Clan Puccio"
Uno de sus principales integrantes logró eludir su condena a 13 años de cárcel
Un caso emblemático de la historia criminal argentina Es Daniel “Maguila” Puccio, miembro de la familia que en los 80 secuestró a cuatro empresarios y mató a tres de ellos. Clarín descubrió que se mantuvo prófugo durante más de una década y salió impune porque la pena prescribió. Era el que hacía la logística de los secuestros que realizaron. María Belén Etchenique
Es una mañana de primavera de noviembre de 2013. Daniel cruza la puerta de los tribunales de Lavalle 1171. Sube hasta el séptimo piso y entra en la secretaría 207.
Quiere un papel, lo quiere rápido y lo hace saber. Le entregan un certificado impreso en una hoja A4. Para muchos puede ser un documento burocrático, pero para él es un boleto de libertad. Y de impunidad.
Es la constancia de la extinción de su pena a 13 años de prisión. Una condena que nunca cumplió.
El hombre que la exige es Daniel Puccio, integrante de una familia tradicional de San Isidro que hizo un negocio del secuestro y el asesinato de empresarios a los que conocía. Era una banda infame que cayó hace 29 años y que pasó a la historia policial argentina como el “clan Puccio”.
“Maguila” –como llaman a Daniel desde chico– hoy tiene 53 años y, gracias a que logró esconderse durante más de una década, pudo eludir el castigo que le habían impuesto, según logró establecer ahora una investigación de Clarín. La ley lo ampara: la pena prescribió porque transcurrió más tiempo sin que lo encontraran que el máximo previsto para el delito que le imputaron (secuestro, 15 años).
La extinción oficial de la condena, según reconstruyó Clarín, fue declarada el 29 de agosto de 2011 por el juzgado de Instrucción N° 49, a cargo de Facundo Cubas. La pena se la habían impuesto a “Maguila” Puccio en marzo de 1998, por su rol en lo que sería el último secuestro del clan, el de la viuda Nélida Bollini de Prado. Madre de los dueños de una concesionaria de autos, fue la única sobreviviente de los Puccio.
Daniel cayó en el invierno de 1985 en una estación de servicio de Parque Avellaneda, donde su padre –Arquímedes, cerebro del clan– negociaba desde un teléfono público los 250.000 dólares que esperaban cobrar como rescate por Bollini.
El plan para atraparla había comenzado cuatro meses antes. Daniel, su padre y un cómplice habían estudiado durante semanas los movimientos de la empresaria, propietaria de una funeraria y de una agencia de autos en Independencia al 4100. El 23 de julio la secuestraron. Bollini de Prado (58) salió de su casa de Almagro y Arquímedes Puccio la metió en la camioneta Mitsubishi blanca que manejaba su dueño, “Maguila”.
La llevaron a la casona de la familia en San Isidro, en Martín y Omar 544. La alojaron en el sótano, que había sido acondicionado.
Durante un mes, los Puccio siguieron con su vida normal en la casa. Abajo, Bollini de Prado sobrevivía en una cárcel de cemento, con un grillete en el tobillo que la encadenaba a una de las paredes. Una lata de 20 litros de pintura era su inodoro y dos fardos de alfalfa, sus aromatizadores de ambiente.
Su cautiverio duró 32 días. La Policía la liberó tras las detenciones y enseguida se descubrieron los tres secuestros anteriores, que habían terminado en asesinatos (ver aparte).
Desde su arresto en 1985, “Maguila” pasó dos años en la cárcel. Su causa tardó tanto en definirse que el 1° de febrero de 1988 fue dejado en libertad por el tiempo transcurrido sin recibir sentencia.
En julio de 1996, se presentó en el estudio de abogados de Bollini con una Biblia y una carta bajo el brazo. “ Sé que usted sufrió, lo mismo que sus hijos y familia. Yo siento un profundo dolor por lo ocurrido y es que a veces no sabemos lo que hacemos. Por eso le vuelvo a pedir perdón” , había escrito.
En 1998 lo condenaron a 13 años y desapareció. Su padre y su hermano Alejandro, en cambio, recibieron perpetua y estuvieron presos largos años, aunque ambos murieron en libertad.
Se cree que “Maguila” anduvo por Nueva Zelanda –país que había conocido en una gira de rugby de su club, el CASI– y por Brasil. También estuvo en San Luis.
Hoy es casi imposible ubicarlo: no hay registros ni en ANSES ni en AFIP. “No sé dónde está”, le dijo su último abogado, Pedro Andereggen, a Clarín. Su mamá, Epifanía Calvo, señaló: “Está en Bariloche”. Pero no quiso dar más detalles.
Las familias de las víctimas –la de Bollini nunca habló con los medios– tomaron la noticia con dolor. “‘Maguila’ era el que hacía la logística. Levantaba a las víctimas y las llevaba a la casona. Así fue en el caso de la viuda y en el de mi hermano”, aseguró Guillermo Manoukian a Clarín. A su hermano lo mató el clan en 1982.
Rogelia Pozzi, viuda de Eduardo Aulet –asesinado en 1983– opinó: “Hay que hacer una reforma inmediata del Código Penal. En Argentina secuestrás o matás y la acción prescribe. Todo queda en la nada. Es vergonzoso”.
Sentimientos similares tiene Alicia Betti, viuda de Emilio Naum (muerto en 1984); “Yo recorrí juzgados, fui a todos los canales... No dejamos de hacer todo lo que estaba a nuestro alcance pero Arquímedes, por ejemplo, murió libre, en La Pampa. ¿Cuál fue la justicia?”, preguntó.
- Fuente: Clarín - - Foto: La caída. Daniel “Maguila” Puccio al ser detenido, en agosto de 1985. Estuvo preso dos años y lo liberaron por el tiempo pasado sin sentencia. Lo condenaron estando libre y escapó./ARCHIVO CLARIN -
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