Viaje a Santo Amaro da Imperatriz
Una amistad sin límites ni distancia
 Alguna vez, el gran Doménico Modugno cantó “la distancia es como el viento, apaga el fuego pequeño y enciende la llama más grande”, y eso es también una apreciación muy profunda. Sin límites ni tiempo para pensar en un sentimiento que es único. Mes de Mayo del 2025, ya cambiando un poco el clima veraniego que todavía persistía en gran parte de nuestra zona de influencia, 48 horas después de salir la jubilación de mi esposa Graciela, decidimos ir a visitar a esos amigos que la vida nos regaló. Alguna vez, el gran Doménico Modugno cantó “la distancia es como el viento, apaga el fuego pequeño y enciende la llama más grande”, y eso es también una apreciación muy profunda. Sin límites ni tiempo para pensar en un sentimiento que es único. Nilo Silva y Ana Meri García son brasileños con acento netamente argentino, claro, vivieron más de tres décadas en nuestro país, trabajando los dos todos los días, y era lógico que el modismo es contagioso en muchas palabras y actitudes.
Y un día se jubilaron y tuvieron que partir nuevamente hacia su terruño natal. Y volvieron al Brasil, en donde tenían una gran familia que los esperaba, dejando en esta zona de la provincia de Corrientes, muchos afectos y amigos que nunca lo olvidarían. Y así fue. Hoy viven en una pintoresca y hermosa población denominada Santo Amaro da Imperatriz, en Santa Catarina.
Mes de Mayo del 2025, ya cambiando un poco el clima veraniego que todavía persistía en gran parte de nuestra zona de influencia, 48 horas después de salir la jubilación de mi esposa Graciela, decidimos ir a visitar a esos amigos que la vida nos regaló.
De Paso de los Libres a Porto Alegre, luego Torres, nuestra segunda casa, y después rumbo a ese lugar que Nilo y Meri habían elegido para vivir. Casi 300 kilómetros de autopista por la BR101, bordeando el mar y las muchas playas turísticas que existen en ese hermoso territorio del país vecino. Casi llegando a Palhoça, 20 kilómetros antes de Florianópolis, entramos a la izquierda y nos internamos en la floresta y zigzagueante ruta de acceso a esa población Santo Amaro, en donde predomina una gran comunidad alemana.
Y ahí nos esperaban los dos, Meri y Nilo, lindísimas personas y anfitriones de lujo, ya que nos atendieron magníficamente bien y nos hicieron recorrer esas montañas y cascadas, lugares inimaginables para nosotros, especialmente lo que se destaca para el turismo en particular, que es el gran manantial natural de aguas termales.
El almuerzo en un rústico restaurant al borde un caudaloso riacho que baja de los altos cerros, fue el escenario ideal para ponerle un marco y hacer un cuadro. Luego, una visita al Complejo Termal y probar exquisitas tortas acompañando ese café único que se saborea en el Brasil.
Amistad, qué palabra grande que encierra un montón de emociones y nunca se termina aunque separen miles de kilómetros.
Un recuerdo que tendremos siempre, será esa gran jarra de aluminio gastada y aboyada que nos sirvieron la caipira que Nilo pidió, con auténtica “agua da serra” (caña que producen los colonos del lugar), fue el brindis que selló un afecto especial y un tiempo y distancia que valió la pena hacer, para encontrar y abrazar a estos amigos.
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