Superproducciòn de Pol-Ka

"Argentina, tierra de amor y venganza"

La nueva tira de época producida por Adriàn Suar y protagonizada por Benjamín Vicuña, Eugenia "La China" Suárez, Gonzalo Heredia, Albert Baró, Delfina Chaves, Fernán Mirás, Andrea Frigerio y Virginia Innocenti. La realización de "Argentina, tierra de amor y venganza", demanda la participación de más de 150 personas para grabar cada episodio. La ficción televisiva que se estrenò con bombos y platillos, el relato toma como disparador algunos acontecimientos reales sucedidos en Europa (la Guerra Civil Española) y en una Argentina cuya población inmigrante desarrollaba suburbios.

10 de marzo de 2019 • 00:10

Patio de conventillo con las prendas de sus habitantes colgadas en una soga; más allá, un elegante living digno de un petit hotel de familia aristocrática de los tantos que se erguían en el Buenos Aires de la primera mitad del siglo pasado; a unos metros, un bar, de esos de piso damero y barra con bebidas espirituosas. Hay que caminar un trecho para acceder a una calle de cien metros, cuyos adoquines y fachadas sin nada detrás se convierten en un alucinado viaje en el tiempo.

Las escenografías admiten ese mágico flashback, aunque las paredes son artificios y en lugar de cielorraso se ven las estructuras metálicas que permiten sostener bastidores, cables y faroles. Todo convive armoniosamente gracias a los artilugios de la ficción televisiva que, este lunes a las 22, eltrece estrenará con bombos y platillos. Se trata de Argentina, tierra de amor y venganza, la nueva tira de época producida por Pol-ka y protagonizada por Benjamín Vicuña, Eugenia "La China" Suárez, Gonzalo Heredia, Albert Baró, Delfina Chaves, Fernán Mirás, Andrea Frigerio y Virginia Innocenti.


Con libros de Leandro Calderone y Carolina Aguirre, el relato toma como disparador algunos acontecimientos reales sucedidos en Europa (la Guerra Civil Española) y en una Argentina cuya población inmigrante desarrollaba suburbios. Esa contundente ola inmigratoria, también incluía la llegada de barcos al puerto de Buenos Aires con cientos de mujeres que eran traídas engañadas, para servir como esclavas o prostitutas. Este oscuro fenómeno definió un momento en donde determinadas redes de rufianes operaban con libre albedrío. En ese contexto, la historia propondrá situaciones de venganza y, melodrama al fin, el surgimiento de amores posibles y de los otros.

"En una novela, siempre la columna vertebral es la historia de amor con personajes que no pueden llevar adelante sus deseos libremente", explica Gonzalo Heredia , mientras se pasea por esa calle construida afuera del estudio y que no conduce a ningún lado. Benjamín Vicuña apura un café mientras lo llaman para grabar su primera escena del día. Confiesa felicidad. Se le nota. Está convencido de la calidad de este nuevo proyecto que le toca protagonizar: "Con esta historia se corrieron los límites. El resultado es muy bueno, entendiendo que esto no es un documental sino una historia de amor, es una novela muy bien escrita, muy potente".

LA NACION pudo acceder, en exclusiva, a las grabaciones y recorrer las locaciones edificadas especialmente para esta producción que se perfila como una de las más costosas de las últimas temporadas. Los legendarios Estudios Baires de Don Torcuato, adonde se trasladó Pol-ka en su totalidad, son un hervidero. La realización de Argentina, tierra de amor y venganza demanda la participación de más de 150 personas para grabar cada episodio. Maquilladores, vestuaristas, iluminadores, sonidistas, editores, utileros, camarógrafos, productores y directores van y vienen por los pasillos que circundan al gigantesco set donde se lleva a cabo la tira, resabio de un opulento cine argentino que se filmaba bajo esos mismos techos.

"Los actores que participamos jamás dudamos en aceptar. El proyecto era demasiado tentador desde los libros y desde la magnitud de la súper producción", explica La China Suárez , quien disfruta del trabajo y de compartir los rodajes con Vicuña, su pareja. "Nos gusta compartir proyectos y espacios de trabajo juntos. Lo disfrutamos mucho. No es la primera vez que nos sucede", dice en referencia a sus experiencias con películas como El hilo rojo y Los padecientes.

Esta producción es, sin dudas, una rareza en los tiempos que corren. Y aunque no es modalidad de Pol-ka brindar cifras, lo cierto es que se percibe millonaria, algo digno de elogio y sorpresa. Es que, a contraposición de lo que sucede en el mundo, en la pantalla local la oferta de títulos de ficción es notablemente escasa. Son tiempos de ajuste y lejos está la industria de los parámetros de épocas florecientes. Debido a recortes presupuestarios y por el buen rendimiento en el rating de productos importados que, desde ya, no representan la misma inversión, el televidente hoy ve restringido su acceso a las historias protagonizadas por celebridades locales. Por otra parte, el espectador tiene al alcance de la mano el acceso a la usina de títulos de todo el mundo gracias a Netflix, por ejemplo, y esto le ha restado visibilidad a la televisión abierta. "Hoy el público tiene muchas opciones en diversas plataformas. Ante esto, se trata de democratizar el contenido de calidad y por eso se abordó esta historia grande, y entendiendo que también se trabaja desde la novela y el melodrama", sostiene Vicuña.

"Hace 25 años, con el estreno de Poliladron, Pol-ka cambió el modo de hacer ficción. Se comenzó a trabajar con las escenografías de cuatro paredes, se iluminó diferente. Fue una ruptura. Hoy, le buscamos una vuelta de tuerca para seguir renovándonos y darle al público, que es muy exigente, lo mejor", explica Martín Sabán, el director de la unidad de interiores. En una misma línea de pensamiento, Diego Carabelli, productor ejecutivo, reconoce: "La vara está alta porque el público tiene al alcance de la mano muchísimos productos de diversos países que cuentan con más recursos que nosotros, pero nuestros capítulos no tienen nada que envidiarle a lo que se ve afuera. El reto es hacer algo que el público asimile orgánicamente y que le permita conectar con la historia. El elenco es soñado y el cuento es coral, lo que permite que cada personaje tenga una gran historia por contar".

Realidad y ficción
Dos soldados españoles, que lucharon en la Guerra Civil de su país, rompen su amistad como consecuencia de la traición de uno de ellos. Ya en América, Torcuato Ferreyra (Vicuña) se conectará con lo más granado de Argentina y con grupos vinculados a la ilegalidad. Bruno Salvat (Baró) llegará a un país que promete prosperidad para vengar lo que le fue arrebatado. Simultáneamente, Raquel Zimmerman (Suárez) tomará un buque con rumbo a la Argentina ya que, engañosamente, le prometen casamiento con un millonario para poder ayudar a su familia campesina, judía y de origen polaco, sumida en la pobreza. Sin embargo, terminará esclavizada por una red de trata y prostitución. Torcuato es partícipe del plan. Aldo Moretti (Heredia) conoce a Raquel en el barco que surca el océano rumbo a la Argentina. Enamorado, será quien se proponga ayudarla en la liberación de ese calvario.

Para Baró, conocido en nuestro país por interpretar a Joan Capdevila en la serie Merlí, la temática le repica cercana: "Me documenté, hablé con los guionistas, con Adrián Suar y con la producción. También vi algunas series de referencias. Pero, sobre todo, conversé con mi abuela que vivió la Guerra Civil en primera persona".

La historia, que retrata una Argentina próspera, luego de la gran crisis del '30, es el territorio que abre las puertas a la oleada inmigratoria. Y también, el que cobijó a una desarrollada organización de trata "de blancas", como se decía en la época para diferenciarla de la esclavitud negra. "Nos interesa reflejar realidades. Hoy, la trata de personas continúa como en 1938. Muchas cosas cambiaron para las mujeres, pero eso sigue igual", explica Aguirre, quien trabaja junto a Calderone en la escritura de los guiones. El germen fue una idea de Adrián Suar, responsable de Pol-ka y productor general del nuevo título; aquel concepto primigenio que buceaba en la inmigración, fue evolucionando hasta llegar al relato actual.

Para Calderone "es interesante mostrar y contar cómo una mujer se libera de lo más abusivo que le puede suceder en la vida". Esa emancipación está reflejada en el derrotero del personaje de Suárez inspirado en Raquel Liberman, la mujer que denunció a la organización de trata Zwi Migdal que operaba en la Argentina y contaba, mayormente, con integrantes de origen judío. "La policía y la Justicia estaban compradas. Los únicos que los perseguían eran los mismos judíos porque les daba vergüenza lo que se hacía con esas chicas", explica Aguirre. Sin datos oficiales, se habla de 400 rufianes y más de 25 mil jóvenes esclavizadas.

Es un desafío interpretar a mi personaje. Como no me gusta tomar el camino más fácil, suelo involucrarme en lo que me hace crecer, me interesa salir de mi comodidad", sostiene Suárez, quien se muestra "entristecida porque hay temas que siguen siendo tan actuales". Así como ahora lo hará la televisión, la literatura y el teatro se han ocupado de reflejar aquel triste fenómeno inmigratorio. La pieza Las polacas, de Patricia Suárez, fue uno de los hitos escénicos que desnudaron aquello que enlutó el ayer.

Argentina, tierra de amor y venganza navega las aguas de la ficción, sin perder de vista la reconstrucción de época. En este sentido, los datos documentales le confieren un valor informativo adicional. Los autores conversan diariamente con Suar, quien sugiere cambios y aporta ideas. En igual sintonía, Aguirre y Calderone intercambian pareceres con los productores y los actores.

"Tenemos varios mojones previstos para la historia. Son núcleos dramáticos que sabemos que van a suceder", explican los guionistas. La dinámica es clara: una mirada global que cobija la escritura diaria de cada episodio de cincuenta minutos con los conflictos y desenlaces que van hilvanando la historia general. "La ficción es un espejo de la sociedad, siempre. En este caso es un espejo de lo que fuimos, de lo que hicimos, y de lo que, hoy por hoy, sigue sucediendo", reflexiona Heredia, quien se nutrió con numerosos videos documentales que le acercaron los directores.

Delfina Chaves compone a Lucía Morel, una joven aristocrática obligada a casarse con Torcuato; Fernán Mirás, en tanto, le da vida a Samuel Trauman, propietario del burdel Varsovia.

Impronta cinematográfica
"Hay una motivación muy grande en todo Pol-Ka, se quieren hacer las cosas bien. Esto es una gran apuesta", reflexiona Vicuña en un alto de la grabación de una escena en la que tiene que someterse a un disparo. Esa motivación es unánime en todo el elenco, incluso en los extranjeros. "Estoy encantado de estar en Argentina. Es un sueño trabajar en una gran producción", asegura Baró.

En los pasillos y en el set se respira esa euforia. La imagen tiene un tratamiento cinematográfico. Estética y técnica se conjugan para otorgarle al producto final una impronta cuidada. En 1200 metros cuadrados de los Estudios Baires se recrearon los ambientes de época. Y se construyó una calle digna del Buenos Aires de 1938. La unidad de exteriores, a cargo de Sebastián Pivoto, recorre locaciones de San Telmo, La Boca y Zárate para emular el ambiente narrado. "En edición se borran cables, edificios y todo aquello que no sea de época. Y, además, se agregan elementos cuando es necesario", explica Sabán.

En una de las escenas iniciales, se podrá ver el desembarco de los inmigrantes en una secuencia con más de 100 extras frente a cámaras. La recreación de un combate cuerpo a cuerpo de aquella guerra española, en tiempos de injerencia del nacionalsocialismo en territorio europeo, se grabó en un campo de Pilar. Lo épico forma parte del lenguaje abordado. Atento a esto, el relato exige ropas acordes. "Utilizamos vestuario propio ya existente y hemos recurrido al diseño original. Al recrear un tiempo pasado, no podemos contar con canjes de ropa de marcas actuales", explica el productor ejecutivo Diego Carabelli.

La participación de expertos en efectos especiales permite la utilización de armas de utilería o recrear una batalla. Los entendidos en maquillaje también se suman a la "magia" de la transformación marcando rasgos, generando arrugas y borrando tatuajes del siglo XXl. La discapacidad del personaje de Vicuña, a quien le falta una pierna, se logra con artilugios en el set y en el trabajo de posproducción: "Por estar mutilado, mutila a otros. Es un fundamentalista con ética y leyes propias. No es el típico villano, él también tiene sus debilidades dentro de la perversidad", confiesa el actor chileno.

Como en todo culebrón, los códigos de la comedia permiten "oxigenar" la historia. Mercedes Funes , acostumbrada a transitar ficciones de época, tiene a su cargo el personaje de Alicia Ferreyra. "Es la hermana de Torcuato. Los dos son muy grotescos. Nuevos ricos. Ella está obsesionada con Aldo Moretti porque no quiere quedarse solterona. Tiene un problema de pronunciación y suele tener actitudes que son rechazadas por los demás", confiesa la actriz que interpretó a Tita Merello en cine. Para Funes "los directores son como niños en un parque de diversiones: nos muestran en sus tablets escenas terminadas y están atentos a lo que necesitamos para la composición. Además, la atmósfera de trabajo es excelente. Lo único malo es que hay que madrugar mucho".

Las grabaciones se inician bien temprano por la mañana y concluyen al atardecer; en el medio, 20 escenas rodadas en los estudios y otro tanto en exteriores. Así cada día, para poder cumplir con la pauta de grabación de una historia que ya tiene 74 episodios escritos y varios "en parrilla", listos para salir al aire. Cada capítulo toma dos días de grabación, aunque no se graba en tiempo cronológico.

"¿Podemos tomar esto?", consulta Heredia, quien debe rodar una escena donde su personaje se embriaga. "Es jugo", le responde un técnico. El estado etílico será composición pura en el caminar y en el balbuceo de sus palabras. "Estás empinado", le dirá Alicia a Aldo. Al grito de "¡Corten!", los actores celebran la toma y se ríen de la saludable ingesta con sabor a manzana. Cada toma requiere un ensayo de letra con el director presente en el piso dando indicaciones y otro de puesta en escena para testear los planos de cámaras. Finalmente, la toma se registra un par de veces. Una rutina que se repite una y otra vez. Y con los "continuistas" muy atentos para que vestuarios, accesorios y locaciones no pierdan lógica en el devenir de la trama.

"Estamos haciendo una ficción moderna. No le pedimos a los actores que actúen cómo se actuaba en la época, sino que tomen algo mucho más actual. Lo hacemos con licencias, pero se respetan los modismos y las conductas sociales. La gente tenía determinados hábitos como colocarse guantes y sombrero para salir a la calle, y eso se ve acá", explica el director de interiores.

Mientras, Carabelli sostiene: "Hubo una gran pre producción. Los primeros cuatro capítulos tienen dos años de escritos, pero se buscó el momento preciso para rodarlos. Desde agosto estamos buscando locaciones, evaluando el tema vestuario, definiendo elenco. Comenzamos a grabar dos meses antes del aire, eso no es habitual. Comenzamos a grabar con 40 libros escritos, lo cual te da otra perspectiva para poder producir, se evita la improvisación y todo el mundo conoce el rumbo de la historia. Acá no se puede modificar nada, estamos convencidos que vamos en el camino correcto". Está claro que no se especulará con los resultados del rating, evitando, así, golpes de timón e improvisaciones.

Aún restan rodar varias escenas. Dentro del set poco importa si es día o noche afuera. Los legendarios Estudios Baires son testigos de una nueva historia. De una nueva aventura de ficción que, en este caso, tiene mucho de documento de época, atmósfera épica y resonancias en el hoy.

- Por: Pablo Mascareño - LaNaciòn -



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